Era un martes cuando nos levantamos mi hijo y yo de nuestras camas para ir trabajar con mi entonces patrón en la ciudad de San Jerónimo, en Guerrero, en el año 2013. Desayuné con “Coco” (así le decían) , mi niño que me ayudaba a trabajar y que ya no quiso estudiar, unos huevitos estrellados con arroz que hizo mi esposa. Luego, nos dirigimos a una de las zonas más pobres de la ciudad para seguir trabajando en la construcción de un cuarto, en la azotea de la casa de…
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