María Amparo Casar y Miguel Székely*
El desempeño de la economía mexicana previo al comienzo de la pandemia ya daba señales muy claras de una desaceleración preocupante. México cerró el 2019 con un crecimiento del PIB de -0.1% y al final de ese año, los pronósticos apuntaban en el mejor de los casos a un crecimiento del 1% para el 2020.
En términos de empleo la administración de López Obrador también ha dejado mucho que desear. En 2019 solamente se generaron 342 mil empleos formales, que es el menor número anual desde el 2009 (México Cómo Vamos) y que equivalen solo a la mitad de los generados en 2018 (661,000).
Los efectos económicos de la pandemia han agudizado la crisis. Para el primer trimestre de este año el crecimiento de la economía mexicana fue de -2.2 y a mayo el empleo formal había sufrido una drástica caída con una disminución de más de 838 mil plazas (IMSS). A ello habría que sumar la pérdida de empleos informales que es difícil cuantificar que dan -o daban- cuenta de 5.6 de cada 10 empleos. El único proxy disponible es que, según el INEGI, la Población Económicamente Activa perdió 12 millones de personas solo entre abril y mayo.
Estas cifras se han traducido en un impacto social negativo que afecta particularmente a los jóvenes.
En México existían antes de la crisis del Covid-19, 29.3 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años de edad de los cuales 5.8 millones o 24% son jóvenes que no estudian ni trabajan (JNET). Con base en el comportamiento observado en crisis previas, se espera que la pérdida de empleos para los jóvenes derivado de la actual crisis sea cuando menos 16% superior a la que se observará entre los mayores de 29 años. Asimismo, se estima que el tiempo para recuperar los empleos perdidos entre la población de 15 a 29 años será alrededor de 15 meses, lo cual es 66% mayor a los 9 meses que se espera que tarden los mayores 29 años.
Un estudio llevado a cabo por el Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES) estima que la contracción económica relacionada con el COVID-19 generará un aumento de 4.3 millones de jóvenes de 15 a 29 años que no estudian ni trabajan. Con este incremento, los jóvenes en esta categoría ascenderán a 10.6 millones hacia junio del 2020.
Estamos hablando de 33.3% de las personas en este grupo de edad y que incluyen los que ya se encontraban fuera del sistema educativo y ahora, además, perderán su empleo, a aquéllos que tendrán que salir de la escuela prematuramente por la falta de recursos para seguir estudiando, y a cientos de miles que terminan sus estudios entre mayo y julio del 2020 y no podrán encontrar empleo por enfrentar un mercado laboral deprimido.
Estos indicadores son alarmantes pero, si cabe, lo son más las implicaciones que pueden derivarse de los mismos.
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