Camisa de fuerza militar a Alberto Fernández

 

Mouris Salloum George*

Que el ministro de Energía y Minería argentino, Juan José Aranguren, haya sido pillado con los dedos en la puerta e indiciado por favores a la trasnacional del petróleo, Shell, de la que se sabe es socio, no es asunto menor, desde luego, porque es el santo y seña del gobierno neoliberal de Mauricio Macri.

 

Acaso pueda añadirse a las cuentas de Aranguren la apertura del territorio a la inversión extranjera para la explotación y usufructo del codiciado litio en medio de la pugna internacional por ese mineral.

 

Lo que resulta ominoso -dado el reciente historial golpista de la austral república-, es que, a unas horas de entregar el poder, Macri haya dado a conocer un nuevo organigrama de las Fuerzas Armada para ubicar en posiciones clave a mandos militares que le fueron leales durante su mandato, sacudido en los últimos meses por movilizaciones multitudinarias de protesta convocadas por el poderoso movimiento sindical, factor determinante en el reciente triunfo electoral del Frente de todos, que llevó al poder a Alberto Fernández.

 

Larga historia de resistencia de la Central General del Trabajo

Vale recordar que, desde el primer mandato de Juan Domingo Perón, el sindicalismo obrero se nucleó en la década de los cuarenta en la Central General del Trabajo (CGT) y ha sido blanco de las sucesivas dictaduras militares.

 

Aunque la CGT ha tenido preferentemente el territorio urbano como espacio de sus combates, no ha sido omisa a las luchas de las poblaciones rurales, que tiene en los indígenas mapuche el frente de resistencia más activo en la defensa de los recursos naturales. Macri hizo de su represión un deporte nacional.

 

Se caracteriza la extracción del nuevo Presidente de factura neoperonista.

 

La nueva ola tiene uno de sus epicentros en Brasil

Se puntualiza el fenómeno argentino porque se ubica en la nueva ola que avanza sobre el Cono Sur. En Brasil, el general fascista, Jair Bolsonaro, desde su campaña y en el ejercicio del poder, ha descargado sobre las poblaciones indígenas de la Amazonia todo el arsenal de sus hostilidades en apoyo de mineros, madereros y cazadores ilegales, depredadores del pulmón del planeta.

 

Particularmente en recientes meses, el gobierno paramilitar brasileño se ha ensañado con las comunidades conocidas como indígenas aislados a las que, en el estado de Amazona, les ha recortado o retenido presupuesto público para su subsistencia.

 

Se perfila una segunda edición de la Operación Cóndor

En Bolivia, es la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas la que hace cabeza en la resistencia contra el golpe de Estado que recientemente derrocó a Evo Morales. Detrás de la usurpación. están los comandantes de las Fuerzas Armadas.

 

En Colombia, es la Organización Nacional y los cabidos indígenas los que se han colocado en primera línea contra el gobierno fondo monetarista de Iván Duque, quien ha puesto en alerta a las Fuerzas Armadas en apoyo a la Fuerza Policial Antidisturbios.

 

Lo que es de temerse, es que se esté diseñando en el subcontinente una segunda edición de la Operación Cóndor de la década de los setenta, toda vez que en las nuevas asonadas ha estado la mano de los embajadores de los Estados Unidos. No es cuestión de echar en saco roto.

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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