Parece una artesanía, una que se hace sobre un maíz, como con trenzas orgánicas. Hablamos de uno de los maíces criollos más antiguos de los que se tiene registro, y se desconoce exactamente en qué momento surgió: el maíz ajo.
Uno de los misterios que más le rodean, es las pocas probabilidades de que aún se conserve. Y la historia detrás de este improbable fenómeno se desenvuelve en la comunidad de San Juan Ixtenco, en Tlaxcala, donde por generaciones, familias de agricultores de origen otomí han guardado su semilla. Según una investigación para la revista Ciencias de la UNAM, entre ellas está la de Vicente Hernández Alonso, quien durante los últimos cincuenta y cinco años lo ha replicado año con año, utilizando el esquema denominado conservación in situ.
Un caso extraño
Se trata de un maíz que, de algún modo, no tiene una utilidad práctica, pues no puede usarse de alimento, pero sí tiene una utilidad muy simbólica.
“Es un lujo que nos podemos dar en Tlaxcala, pero sobre todo los de Ixtenco, pues lo sembramos como recuerdo de los maíces primitivos, pues primero fue el Teoloxtintle y hasta que llego el maíz tunicata”, cuenta José Arnulfo Luis Arellano Téllez, uno de los campesinos de este municipio para el sitio Info Rural.
Según Arellano Téllez, sus ancestros le indicaron que deberían rescatar y preservar aquella especie de maíz, pues gracias a ella pudieron entender y describir la existencia de muchas otras especies que están relacionadas genéticamente con ella.
Su origen
Como sabemos, el maíz tiene su origen en el teocintle, la especie silvestre que el hombre mesoamericano fue domesticando durante miles de años. El maíz ajo, se encuentra en algún lugar de esta cadena de evolución, pero luego se fue creando el maíz como lo conocemos ahora, y de manera extraordinaria, el maíz ajo se quedó entre nosotros.
Su simbolismo
Según la tradición oral, se reconoce que el maíz ajo se se cultiva desde hace milenios, y adicionalmente, para usos medicinales y ceremoniales.
En el Códice De la Cruz-Badiano se menciona en tres ocasiones el uso de este peculiar maíz. En lo correspondiente a su uso medicinal: este escrito del médico nahua del siglo XVI, Martín de la Cruz, lo menciona para la curación de disentería, de medicina lactógena (dificultad para flujo en lactancia) y la curación de quemaduras en niños.
En la parte de uso ceremonial se asocia a la bendición de las espigas de maíz para la siguiente siembra cada día 15 de mayo; a los rituales a Centeotl y los cantos ceremoniales relacionados con el ciclo maicero dedicados a “las siete espigas de maíz benditas en el Templo de Chicomecoatl.
Este maíz ajo es, de algún modo, un recordatorio del milenario trabajo que ha sido la domesticación de esta gramínea. Es un espejo cultural que recuerda el valor del esfuerzo colectivo para la supervivencia, y a su vez, una reliquia que es un agradecimiento vivo a la naturaleza.
Fuente: masdemx.com/