Jackson Hole: La Reserva Federal intimidada por Trump

 

La edición de este año de la importante conferencia anual de los potentados monetarios globales en Jackson Hole, en Wyoming, EUA, fue dedicada a los “Desafíos de política monetaria”, pero de ella salieron muy pocas y escasas ideas y propuestas. Fue marcada por las provocadoras declaraciones del presidente Donald Trump contra el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Incluso el tan esperado discurso de Powell fue decepcionante, básicamente, aventurándose en una fallida revisión de la historia monetaria de pos-guerra hasta el presente.

 

La dividió en tres fases.

La primera, de 1950 a 1982, fue descrita como una etapa de “inestabilidad y alta inflación”. En ella, la política de “Fed” fue direccionada hacia una estabilización del tipo “stop-and-go” con un fuerte uso de tasas de interés para corregir la sucesión de momentos recesivos y el sobrecalentamiento del sistema económico. El efecto de este yo-yo fue una explosión de inflación.

 

En su reconstrucción histórica, Powell evitó decir que la tasa de descuento de “Fed” en e l período 1980-82, llegó a pasar del 20% con efectos bastante negativos para la economía de los propios EUA y, principalmente, para los países más débiles del Tercer Mundo y también de Europa, comenzando por Italia. El vertiginoso crecimiento de la burbuja de la deuda pública también se debe a esos intereses estratosféricos.

 

La segunda fase, de 1982 a 2009, la caracterizó como de “mucha moderación y una gran recesión”. Según Powell, fue un período de mayor control, con inflación bastante estable acompañada por algún crecimiento económico. Los mercados habían sido perturbados por eventos financieros no relacionados a los EUA: la crisis de la deuda pública de Rusia en 1998, el fracaso del fondo hedge especulativo Long Term Capital Management (LCTM) y la crisis financiera y monetaria de los Tigres Asiáticos.

 

De repente, surgieron “excesos financieros” que llevaron a la crisis global de 2008. Inexplicablemente, Powell se pregunta si “la expansión económica prolongada no lleva inevitablemente a excesos financieros desestabilizadores”. Según dice, los mercados tenderían a olvidar los efectos de crisis pasadas y se aventurarían en márgenes financieros más arriesgados.

 

Pero, incluso sobre este asunto, el jefe de “Fed”, oportunistamente, dejó de mencionar dos decisiones fundamentales tomadas por su gobierno, lo cual, en nuestra opinión, tuvieron una mayor responsabilidad en la desregulación financiera.

 

La primera, en 1998, fue la cancelación de la Ley Glass-Steagal, promulgada por el presidente Franklin Roosevelt en 1933, que separó a bancos comerciales de los de inversión, prohibiendo a los primeros usar capitales y depósitos de sus clientes en actividades especulativas. La segunda fue la aprobación de la Ley de Modernización de Futuros de Commodities de 2000, la cual, por desgracia, “modernizó” los derivados conocidos como OTC (over-the counter o fuera de ventanilla), eliminando los límites para tales operaciones determinados por la legislación de la década de 1930. Todo esto catapultó al sistema bancario estadounidense e internacional hacia las aguas turbias las finanzas más arriesgadas y especulativas.

 

La tercera fase, de 2010 hasta la fecha, en los EUA, se caracteriza por una inflación estable en torno al 2% y una creciente tasa de empleo. De Acuerdo con Powell, los retos para “Fed” son casi todos externos: la desaceleración del crecimiento global, la política de Tasa de interés y las incertidumbres de las políticas comerciales. A esto, le agrega complicaciones geopolíticas, como el Brexit, las tensiones en Hong Kong y la reciente disolución del gobierno italiano.

 

Admite prestar atención a los efectos hacia la economía estadounidense de imposición de tarifas sobre las importaciones de China hecha por Trump, pero olvida la creciente burbuja de la deuda corporativa, considera moderado el peligro de inestabilidad financiera y no ve riesgo de nuevas burbujas financieras, préstamos insostenibles y otros excesos financieros semejantes a los anteriores a 2008.

 

De este modo, Powell intentó evitar una confrontación directa con Trump.

 

Esther L. George, presidente de la Reserva Federal de Kansas City, quien no compartía las políticas económicas del presidente estadounidense intervino en su apoyo. Con una metáfora, ella recordó que en el parque de Jackson Hole existen avisos que alertan a los turistas a no alimentar a los osos, pues estos se acostumbrarán a la comida ofrecida, en caso contrario, intentarán morder a los propios turistas. La alusión es evidente.

 

Tal vez por excesiva prudencia, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a fines de su mandato, no haya asistido a Jackson Hole este año. Ya la intervención de Mark Carney, gobernador del banco de Inglaterra, tuvo alguna importancia, destacando los enormes riesgos del Brexit para la economía británica, especialmente sin un acuerdo de salida con la Unión Europea (UE). Según él, habría una caída de la libra, inflación más alta, menor demanda, serios daños comerciales, graves incertidumbres y condiciones financieras negativas. La economía real se trabaría peligrosamente, también, debido a la desaceleración en el aprovisionamiento de productos de la UE.

 

Igualmente, destacó los riesgos inherentes a una prolongada política de tasas de interés cero, cuantificando en 16 billones de dólares la cantidad global de títulos de deuda negociados con tasa de interés negativa.

 

De nuestro lado, pensamos que la estabilidad económica no puede basase solamente en políticas monetarias. Se necesita definir políticas de inversión e innovación en todos los campos de la economía y sectores sociales, para promover el crecimiento y el desarrollo reales, de los cuales existe una absoluta necesidad en la mayor parte del planeta.

* MSIa Informa

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