Por qué los candidatos independientes son una mala apuesta en México

 

En las pasadas fiestas decembrinas y encuentros con mis amigos y conocidos, era obvio que uno de los temas a conversar sería las próximas elecciones de este 2018. Que si la tercera es la vencida de AMLO (Andrés Manuel López Obrador), que si Meade borrará los errores de los gobiernos priistas, que si el Chico Maravilla del PAN (Partido Acción Nacional) se dio a la tarea de demostrar ser un viejo lobo de mar. En fin, muchas fueron las ideas y fundamentos que se plantearon en las conversaciones, pero yo me limitaba a cuestionar si realmente México está preparado para tener candidatos independientes.

Ojo, soy un fiel creyente que estas candidaturas fortalecen a la democracia y elevan la voz de la ciudadanía ante el hartazgo del partidismo en México, sin embargo, al ver la evolución de los aspirantes a las candidaturas independientes y a su debilidad “institucional” comencé a preguntarme en un supuesto de qué pasaría si un Independiente ganara la Presidencia, llegando a la lamentable conclusión que no serviría de mucho y espero poder plantearlo de manera muy sencilla desde un punto de vista muy personal.

Las naciones se gobiernan por hombres y a su vez estos hombres tienen una base institucional, están en un equipo que debería trabajar como tal. En nuestro sistema, las iniciativas se apoyan en grupo, por eso, la importancia de la base institucional desde el aparato legislativo, para crear cuerpo que apoye.

Una buena idea siempre será bien recibida, independientemente de la postura ideológica y partidista, sin embargo, sabemos que en los círculos políticos nada es transparente ni de buena fe, las decisiones se toman con el hígado y por debajo de la mesa, con alianzas fuera de toda ideología original  y más ahora donde el azul de la noche a la mañana se convierte en rojo, el rojo se convierte en naranja creando una verdadera ausencia de color, por lo cual cualquier iniciativa que se plantee desde el ejecutivo se verá obstaculizada al carecer de esa base que platicábamos.

Lo sé, contamos con el famoso caso Kumamoto, pero es muy diferente de manera estatal a como se dan las cosas a nivel federal. Básicamente en términos futboleros esto es tengo un goleador matador, pero no tengo quien lo apoye y le mande pases.

Lo expondré de otro modo. En México gobiernan los partidos políticos, quienes se reparten bien o mal el presupuesto federal, este presupuesto básicamente moviliza la gran mayoría de sus programas. ¿Qué pasa entonces con el independiente?, para empezar, no tiene un grupo que lo respalde y/o haga contrapeso versus la oposición, estando totalmente indefenso para poder hacer sus políticas públicas por lo que tendría que caer en la clase política tradicional: corrupción, compra de favores y lealtades, porque en México se gobierna para y por el presupuesto, y no por las buenas intenciones. Básicamente trabajaría en solitario.

¿Qué se tendría que hacer para modificar esto? ¿Qué podríamos hacer como sociedad para que esto cambiara? Leo sus opiniones. Fuente: Alto Nivel

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