1 de julio: una revuelta contra el sistema neoliberal, no contra un cambio más de gobierno

 

MSIA Informa

Aunque en los últimos tres meses las encuestas de opinión vaticinaron con bastante exactitud el resultado final de la elección presidencial de México, los comicios del 1 de julio probaron que lo que estaba en juego no era un cambio más de gobierno, sino una revuelta contra el sistema que desde hace más de dos décadas enganchó al país al Nuevo Orden Mundial decretado por el presidente George W. H. Bush al inicio de la década de los 1990s.

 

Este contemplaba varias exigencias, por el lado económico financiero, imponer a sangre y fuego el desastrado modelo neoliberal, por otro, virulentos ataques a la familia y a los más preciados valores culturales del país, sin descuidar el control de ricos recursos naturales, sobre todo energéticos, en Iberoamérica.

 

La consecuencia de cambiar el sistema político-económico anterior a esas décadas, que sin ser una panacea guardaba compromisos con la justicia social y el progreso, por el espejismo de las promesas de la denominada modernidad, tuvo un saldo cruento: la soberanía política y financiera fue aniquilada, la corrupción generalizada infectó la gestión pública, los carteles del narcotráfico crearon un poder paralelo y la miseria cundió cual pandemia: 54 millones de mexicanos, 43.6% de la población total son pobres y claman justicia, en un cuadro que tiene al país al borde de la desintegración.

 

El arrollador triunfo del candidato Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con 53% del voto, frente a los candidatos identificados con el sistema vigente, 22% y 15% el segundo y tercer colocado de los tradicionales partidos PAN y PRI, respectivamente, le da una inobjetable legitimidad posibilitando un cambio histórico; tendrá una base de apoyo en el Congreso sin precedentes, con mayoría en la Cámara y en el Senado, además de cinco gobernadores.

 

Tal legitimidad abre el camino para proceder a la unidad del país, condición sine qua non para enfrentar la monumental reconstrucción nacional económica y moral; sería el momento de concretizar acuerdos para el bien común con el ejercicio de la política como forma superior de caridad.

 

Así la ansiada unidad, no podrá dejar pendiente la reversión de las desintegradoras políticas maltusianas del aborto y la ideología de género, -hirientes a lo más profundo del alma mexicana-, presentes en los temas electorales y reconocidamente impulsadas desde el exterior por el conglomerado financiero mundial representado en este renglón por el megaespeculador George Soros y sus opulentas fundaciones.

 

No obstante, aunque inquieta el trato que dará el nuevo presidente a los temas anteriores, una muestra clara del ánimo positivo hacia el entendimiento nacional, fue el llamado de Rodrigo Iván Cortés, presidente del Frente Nacional por la Familia (FNF), un combativo grupo en defensa de la vida, a continuar con la causa. ¿Cómo defender la vida y la familia bajo el gobierno de López Obrador? se titula su declaración publicada por la agencia ACIprensa el 5 de julio.  Él afirma: “las personas que votaron por López Obrador lo hicieron principalmente por estar en contra de la corrupción y la impunidad, y por la cuestión de la lacerante pobreza y las promesas de López Obrador para resolver ese gran problema”.

 

En ese sentido, dijo que el votante de Morena “no lo hizo a favor del aborto, del matrimonio igualitario, en contra de la libertad religiosa”.

 

El reconocimiento de la unión nacional fue además patente ya en la noche del primero de julio, aun antes del anuncio de algún resultado oficial de la contienda, los dos contrincantes perdedores se adelantaron a reconocer la victoria de AMLO al verificar las tendencias del conteo electoral. Tanto José Antonio Meade candidato de la coalición encabezada por el PRI, como Ricardo Anaya de la coalición del PAN, resaltaron su compromiso de seguir trabajando por el bien de México. El primero, enfatizando la colaboración; mientras que el segundo, Ricardo Anaya honestamente reconoció: “La ciudadanía querían un cambio y lo vio en el programa de López Obrador”.

 

La corrupción “no tiene perdón”

Luego de las primeras cifras oficiales, en una concentración con sus simpatizantes en el zócalo de la ciudad de México la noche del 1 de julio, AMLO hizo un bosquejo rápido de su programa. Lo más significativo fue el compromiso moral de lo que será su gobierno: “No mentir no robar y no traicionar al pueblo”.

 

Así dijo:

“La transformación que llevaremos a cabo consistirá, básicamente, en desterrar la corrupción de nuestro país. No tendremos problema en lograr este propósito porque el pueblo de México es heredero de grandes civilizaciones y, por ello, es inteligente, honrado y trabajador.

 

“La corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia. Estamos absolutamente seguros de que este mal es la causa principal de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos. En consecuencia, erradicar la corrupción y la impunidad será la misión principal del nuevo gobierno.

 

“Bajo ninguna circunstancia, el próximo Presidente de la República permitirá la corrupción ni la impunidad. Sobre aviso no hay engaño: sea quien sea, será castigado. Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares. Un buen juez por la casa empieza. Todo lo ahorrado por el combate a la corrupción y por abolir los privilegios, se destinará a impulsar el desarrollo del país”.

 

Por otro lado, el propio AMLO ha mencionado en varias oportunidades, la vehemente condena de Francisco a la corrupción, quien encuadra a tal cáncer como un acto sin perdón.

 

En este contexto fue significativo el mensaje de los obispos mexicanos. En un comunicado del 2 de julio, la Conferencia Episcopal de México (CEM), le ofreció su colaboración:

 

“Saludamos y felicitamos, con respeto y cercanía, al Lic. Andrés Manuel López Obrador, a quien los resultados preliminares del Instituto Nacional Electoral han declarado ganador. Todos estamos llamados a colaborar, de forma positiva con nuestras autoridades electas.

 

“Sólo podremos crear mejores condiciones de desarrollo para todos, si nos involucramos en primera persona, en el mejoramiento de nuestros municipios, entidades federativas y de toda la República Mexicana. Ningún gobernante por sí mismo tiene todas las ideas y todas las soluciones. Es responsabilidad nuestra seguir participando cívicamente, siempre con respeto de los derechos humanos y del auténtico bien común.

 

“Llamamos a todos los creyentes a unirnos en oración, para agradecer y consolidar este momento cívico-político. A los católicos, en especial, los exhortamos a redoblar su compromiso para que el testimonio de nuestra entrega y generosidad, iluminen la vida social, con el evangelio de la vida, de la paz y de la solidaridad.

 

“Seguiremos implorando la protección maternal de Santa María de Guadalupe, quien nos impulsa a construir un México reconciliado, justo y fraterno que reivindique la dignidad de los más pobres y excluidos, la vida del no-nacido, el bien de nuestras familias y la auténtica libertad religiosa”

 

Por un México industrial

Al finalizar el año pasado MORENA dio a conocer el Proyecto Nacional 2018, el plan de lo que será la reconstrucción de la economía física del país: grandes obras de infraestructura, recuperar la soberanía energética y alimentaria, creación de 7 millones de empleos productivos, construcción masiva de viviendas, servicio de salud digno, mejoramiento de la educación pública, y otros aspectos.

 

O sea, la meta es construir un México industrial, el ideal de nación soberana presente en el auge petrolero de hace más de tres décadas. Ese modelo constaba en los planes gubernamentales antes de que el país se convirtiera en una virtual colonia de los tiburones financieros del poder anglo-americano cuando se concretizó la amenaza del entonces Asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski (Gobierno de Carter 1977-1981) de que EUA no permitiría el surgimiento de otro “Japón al sur de la frontera”.

 

Pero ahora son otros tiempos: el Nuevo Orden Mundial y su hija consentida la globalización están en crisis y en los remesones es cada vez más patente el surgimiento de hechos que anuncian que otro orden nuevo se avecina, pero aun sin forma definida. En este contexto el acontecer en México tendrá repercusiones continentales.

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