El Mundial de futbol constituye uno de los inventos más populares y exitosos del ser humano en los últimos 100 años pero no siempre fue como en Brasil 2014 ni cómo será en Rusia 2018. Más allá de los datos duros conocidos, como la cantidad de los países participantes en cada torneo, desde los 13 originales de Uruguay 1930 hasta los 32 de la actualidad, o la evolución en miles de millones de euros en la comercialización de sus derechos televisivos, ésta es una lista de cinco cambios, algunos trascendentes, otros simbólicos, que el evento deportivo más hechizante de la historia experimentó desde su ya lejano comienzo.
El primer balón
Mucho antes de que la industria de la indumentaria deportiva empezara a fabricar las pelotas oficiales –con un nombre que difiere para cada edición-, el balón a utilizarse en los partidos llegó a ser un tema que se definió pocos minutos antes del comienzo del juego. En la final de 1930, el local Uruguay y su rival vecino, Argentina, propusieron balones de diferente contextura y peso. A falta de una pelota oficial, el asunto se decidió de manera salomónica, mediante un sorteo con una moneda al aire: el primer tiempo se jugó con el balón que quería Argentina y el segundo, con el uruguayo. Casualmente o no, Argentina ganó 2-1 el primer tiempo y Uruguay revirtió el resultado en el complemento, venció 4-2 y se consagró campeón.
Nacionalizaciones en tiempos de Mussolini
Si Bahréin compitió en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 con 35 atletas, aunque solo seis nacidos en su país, el dictador italiano Benito Mussolini ya había apuntado mucho antes a los réditos que podían aportarle la “compra” de nacionalizaciones de deportistas. Para el segundo Mundial, organizado justamente en Italia, en 1934, una selección italiana-sudamericana contó con cuatro futbolistas nacidos en Argentina y uno en Brasil. Y se consagró campeona. A partir de entonces, las nacionalizaciones se volvieron moneda cada vez más corriente.
Nacen los dorsales
Después de la Segunda Guerra Mundial, y a tono con una moda que se había instalado en los campeonatos de varios países, Brasil 1950 fue la primera Copa del Mundo en la que los futbolistas jugaron con un número que los identificaba en el dorsal de su camiseta. Sin embargo, todavía no existía una numeración fija para todo el torneo, sino que los titulares de cada partido se repartían del 1 al 11. Sólo desde Suiza 1954 los futbolistas pasaron a tener una numeración fija, del 1 al 22, para el torneo entero.
Zapatillas deportivas, un antes y un después
El calzado de los jugadores se divide en un antes y después de Suiza 1954, cuando los futbolistas alemanes estrenaron zapatos deportivos con clavos intercambiables en función del estado del campo de juego. La final contra Hungría se jugó en un día lluvioso y Alemania pareció adaptarse mejor al barro de la cancha, por lo que el creador de Adidas, Adi Dassler, que estaba sentado en el banco de suplentes como parte de la delegación alemana, pasó a ser conocido como “el zapatero de la nación”.
Llega la TV
El primer partido televisado en vivo fue Yugoslavia 1-Francia 0, en Suiza 1954, torneo en el que otros siete encuentros fueron transmitidos a los siete países que participaban del consorcio Eurovisión. La final de 1966, Inglaterra 4-Alemania 2, fue la primera transmisión a colores, aunque recién en México 70, gracias al uso de los satélites de comunicación, decenas de países pudieron ver todos los partidos en directo –la mayoría, todavía en blanco y negro-.