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En la medida en que la Iniciativa Franja y Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) se consolida como el mayor proyecto de cooperación e integración económica en todo el mundo, en la perspectiva de un nuevo paradigma multipolar y cooperativo en las relaciones internacionales, los centros de poder anglo-americanos recurren a todo su arsenal desestabilizador para sabotear el impulso encabezado por China y Rusia.
En las últimas semanas, el eje de poder Washington-Nueva York-Londres ha aumentado la apuesta al fomento de operaciones de desestabilización orientadas precisamente, hacia áreas clave del eje euroasiático, en un patrón que recuerda la vieja estrategia del “Arco de Crisis” de la década de 1970, concebida por el fallecido consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski, con el objetivo de desestabilizar una vasta área en el entorno de la entonces Unión Soviética.
El nuevo “arco” pretende obstaculizar o, por lo menos, crear grandes dificultades para China y Rusia, utilizando una gama de acciones que van desde el fomento de protestas populares en sus propios territorios, como en Moscú y Hong Kong, hasta provocadoras maniobras militares en áreas críticas y potencialmente inflamables sin muchas dificultades, por ejemplo, en la Península Coreana o en el Golfo Pérsico.
En Moscú durante los últimos fines de semana, hubo manifestaciones no autorizadas de minúsculos partidos y grupos de oposición en protesta contra la anulación de candidaturas oposicionistas a elecciones municipales, atribuidas por las autoridades electorales a irregularidades burocráticas. En todas estas, hubo una participación muy activa de organizaciones no gubernamentales (ONG) estadounidenses Atlantic Council y Free Russia Foundation y de la canadiense Ukrainian World Congress, además de la red de televisión alemana Deutsche Welle y de Google en la promoción y cobertura de las manifestaciones.
En respuesta, la oficina del Procurador General se manifestó por medio del jefe de su departamento legal, Artur Zavalunov, para quien las intervenciones se destinaban a “desestabilizar la situación sociopolítica y escalar ambientes de protesta” reportó el servicio noticioso RT del 8 de agosto pasado.
En paralelo, la Comisión para la Protección de la Soberanía del Estado Ruso del Consejo de la Federación (Cámara Alta del Parlamento) se reunió para discutir las medidas para proteger elecciones de cualquier interferencia extranjera.
Después de la reunión, el senador Andrey Klimov, declaro a RT que “Rusia no busca fomentar una confrontación” con Occidente, pero está determinada a “cerrar cualquier vacío para que estas interferencias ocurran”.
Según él, la legislación existente es suficiente para cohibirlas, basta “utilizarla efectivamente”.
Anteriormente, la oficina del Procurador General ya había considerado al Atlantic Council como una “organización indeseable” en el país. Y, después de las últimas manifestaciones, la embajadora alemana en Moscú, Beate Grzeski, fue llamada al Ministerio de Relaciones Exteriores para esclarecer la más militante que periodística actuación de Deutsche Welle.
En Hong Kong, lo que comenzó en junio como protestas contra una mal redactada ley de extradición para China continental, rápidamente retirada, escaló a una serie de grandes manifestaciones generalizadas contra el gobierno de la ciudad, algunos de los manifestantes llegaron al extremo de pedir la independencia de Pequín. Según un editorial del periódico semioficial Global Times del 13 de agosto, se trata de “una típica revolución colorida”. El texto apunta explícitamente hacia una participación externa en las protestas.
Los motines han evolucionado en términos de organización y planeación, durante los cuales, la oposición política y los manifestantes se han integrado y fuerzas occidentales les han ofrecido varias formas de asistencia y apoyo.
Manifestantes radicales hacen protestas, mientras los EUA y Occidente promueven los motines, distorsionando los hechos, confundiendo lo cierto de lo falso, con el objetivo de desorientar a la sociedad de Hong Kong.
Intervención externa
Para sustentar las acusaciones, las autoridades chinas divulgaron una foto de la diplomática estadounidense Julie Eadeh reunida con líderes de las manifestaciones (Red Voltaire, 11 de agosto de 2019). El periodista de la agencia Xinhua observa, irónicamente. “Sería difícil imaginar la reacción de los EUA si un diplomático chino se hubiera reunido con los manifestantes de Occupy Wall Street, Black Lives Matter o Never Trump”.
Por lo demás, una visita al sitio de la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy –NED), entidad cuasi gubernamental vinculada a los partidos Demócrata y Republicano, (de cuyas actividades se dice que hacen de forma abierta lo que la CIA hace de forma oculta), revela donaciones de 445 mil dólares en 2018 a tres organizaciones operando en Hong Kong.
–Solidarity Center: 155 mil dólares, para “expandir derechos de los trabajadores y la democracia”.
-National Democratic Institute for International Affairs (NDI): 200 mil dólares, para “facilitar un compromiso ante las crecientes amenazas de Hong Kong hacia los derechos garantizados”.
–Hong Kong Justice Center: 90 mil dólares, para “trabajar con redes de la sociedad civil y líderes políticos, para mejorar la observación de los patrones internacionales de derechos humanos” y “aumentar la percepción de la comunidad internacional sobre los abusos de los derechos humanos en Hong Kong”.
De forma significativa, Rusia y China pretenden coordinar sus acciones contra tales interferencias, como lo informó la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Maria Zakharova. Según ella, Moscú está tomando en serio las acusaciones chinas de que “agencias de inteligencia de los EUA y otros países occidentales “participan directamente y organizan protestas” en Hong Kong. Por ello, dijo “se planearon consultas con nuestros colegas chinos” (The Moscow Times, 13 de agosto de 2019).
Se extiende el arco
En el Golfo Pérsico, el canciller iraní Mohammad Zarif acusó a los EUA de transformar la región en una “caja de cerillos”. Después de varios incidentes con barcos petroleros en el Estrecho de Ormuz, Washington convocó a una fuerza naval internacional para patrullar la ruta marítima. En entrevista, Zarif afirmó que el paso es “estrecho y se volverá menos seguro, en la medida en que naves extranjeras aumenten su presencia militar ahí. Para él, “la región se volvió una caja de cerillos lista para prenderse, porque los EUA y sus aliados la están encendiendo con armas” (Reuters, 12 de agosto de 2019).
La advertencia fue endosada por su colega iraquí Mohammed al-Hakim: “Los Estados del Golfo pueden garantizar juntos el tránsito de navíos…Una presencia de fuerzas occidentales en la región aumentará las tensiones”.
En la “batalla de los petroleros”, el Reino Unido tomó la delantera con la captura y detención del barco iraní Grace 1, a lo largo de Gibraltar a inicios de julio. Irán respondió dos semanas después, con la detención del británico Stena Impero. Las dos naves siguen detenidas, en Gibraltar y Bandar Abbas, en espera de una solución diplomática al impasse.
En la Península Coreana, los EUA llevan a cabo otra provocativa serie de ejercicios militares con Corea del Sur, irritando sobremanera al gobierno de Corea del Norte, quien respondió con las pruebas de dos misiles balísticos de corto alcance. Aunque las maniobras ya estaban programadas y hayan sido reducidas por determinación del presidente Donald Trump, Pyongyang dejó clara su contrariedad con una dura nota divulgada por la representación norcoreana en las Naciones Unidas. Ironizando la intentona de ocultar la naturaleza ofensiva de las maniobras, el texto dice en parte:
“Un tonto se vuelve un tonto mayor con la edad. Este refrán es válido para las autoridades sudcoreanas.
“Es un error de cálculo, si piensan que el solo cambio de nombre del ejercicio puede alterar su agresiva naturaleza, o que lo dejáramos pasar sin manifestarnos.
“La mierda, aunque dura y seca, huele igual, aunque se envuelva en una ropa florida” (Southfront, 13 de agosto de 2019).
Curiosamente, Trump manifestó públicamente su desagrado con las maniobras, pero quedó evidenciado que no tiene control suficiente sobre el Pentágono o su política exterior, de modo de alterar la hegemonía de los pirómanos que sueñan en revivir la Guerra Fría y agendas delirantes como el del “nuevo arco de crisis”.
Otro peligroso foco de tensión es Cachemira, disputada por India y Pakistán. Aunque no se pueden inferir interferencias extranjeras en el conflicto que tiene una dinámica propia, heredada de las maquinaciones geopolíticas británicas luego de la independencia de India, la reciente escalada de fricciones entre las dos potencias nucleares es bastante peligrosa para la región, además de amenazar con inestabilidad un área crucial para la BRI.
La actual confrontación, la enésima entre los dos países, es cuestionable tributo a la capacidad británica a de crear zonas de tensiones permanentes capaces de llevar en cualquier momento hacia una crisis más seria.