Pedro Jesús, el sicario que mataba por gusto y echaba los cuerpos de sus víctimas a las coladeras

 

MESA DE REDACCIÓN

“Muerto el perro… ¡se acabó la rabia!”, dicen habitantes de una colonia ubicada en la Ciudad de México.

 

Comentan que durante años, vivieron el terror de tener como vecino a El Perro, como apodaban a Pedro Jesús, quien “desde niño mostró que iba a ser sanguinario, malvado, cabrón“, indica doña Lupita.

 

Cuenta que El Perro tenía la misma edad que su hijo Heriberto, 40 años. De hecho, “todos los chamacos de esa generación y aún menores, se reunían a jugar futbol o béisbol en la cuadra y fueron a la misma escuela primaria juntos”.

 

Pero cuando van creciendo, “si los padres no jalamos de la rienda a los hijos, se descarrilan como tren. Y eso -asegura la entrevistada- fue lo que pasó con Pedro Jesús”.

 

DEMOSTRAR SU PODER FÍSICO

Él hacía muchos ejercicio, por lo que desarrolló un cuerpo atlético y fuerte. Gustaba de los juegos rudos, para demostrar su poder físico a los demás, recuerda don Saúl, también vecino de la colonia (que nos piden omitamos el nombre). 

 

El primer hecho que alertó a los colonos -pero no a sus padres-, fue cuando Pedro Rubén mordió el brazo a su maestra de quinto año, y le arrancó un pedazo de piel. 

 

De ahí su sobrenombre y el inicio de su larga carrera delictiva. “Lo expulsaron de la escuela y ya no acabó ni siquiera  la primaria. Se la pasaba en la calle, madreando a quien encontrara a su paso o rompiendo vidrios de casas y autos, por simple placer”.

 

Lueguito que lo denunciamos con la policía, durante un tiempo no supimos más de él. Aunque se mencionaba en el barrio que se había ido de mojado y que en la Unión Americana estaba haciendo harto billete. Otros decían que por allá, lo había matado”, señala Saúl.

 

Después de un tiempo de “rolar por el norte de México y  los Estados Unidos”, El Perro regresó convertido en un hombre de 22 años. Fanfarrón, buscapleitos y muy sanguinario, lo definen sus vecinos.

 

“Era  bravucón, enseguida se iba a los golpes o sacaba de entre sus ropas un arma de fuego por cualquier pretexto. Por eso evitábamos algún conflicto con él. Se fue a vivir a la Colonia Morelos, y cuando venía por acá, solía andar en lujosos autos y hacer ostentación de cadenas, esclavas y anillos de oro, muy gruesas, como de boxeador triunfador”, refieren los vecinos.

 

“POR ENCARGO Y POR GUSTO”

Sabemos que “El Perro no sólo mataba por encargo, también lo hacía por mero gusto. Cuando andaba ebrio, nos contaba sus historias delictivas. Presumía protección de la Policía y que lo mismo fayuqueaba, que robaba, secuestraba o vendía drogas”.

 

En una ocasión -cuenta don Saúl-, él me dijo que había encontrado una gran fascinación al matar a las víctimas y arrojarlas a las coladeras y alcantarillas. Pensar que sus cuerpos se pudrían y se los comían las ratas. Eso me horrorizó y a partir de ahí sólo el saludo le daba, jamás volví a platicar con él”. 

 

-¿Se casó, tuvo hijos?

“Sabemos -responde doña Lupita- que tuvo como 20 chamacos, pero nunca se hizo cargo de ellos. Nunca le gustaron las responsabilidades ni formar una familia. Solía andar acompañado de muchachas jovencitas y muy bonitas, pero con ninguna se casó”.

 

“Su mal estilo de vida lo hizo enfermarse de la diabetes y empezó a bajar mucho de peso y verse ojeroso y cansado. Finalmente -cuenta Lupita- murió de un infarto al corazón, en la calle, como perro”.

 

“Ese hombre que nunca tuvo corazón para nadie, ni siquiera para él mismo, encontró la muerte andando solo. Pero como dice el refrán muerto el perro, se acabó la rabia”.

 

-¿Por qué, para qué contar a diarionoticiasweb.com, la historia de Pedro Jesús?

Don Saúl responde: “Como una llamada de atención de que que debemos educar a nuestros hijos, darles buen ejemplo. Yo estoy seguro que si los padres de El Perro lo hubieran sabido encaminar, él no hubiera sido sicario ni delincuente, sino un hombre de bien”.

 

“Se le daban los números, y era hábil para componer carros, sabía de electricidad y hasta la plomería. Pero optó por el camino de la delincuencia, además le gustó mucho la cocaína, eso afectó mucho su salud física y mental y acabó por destrozarle la poca humanidad que le quedaba”. 

 

UN GRAVE ERROR, ENSALZAR FIGURAS DELICTIVAS

Cabe preguntar, ¿Por qué los jóvenes se ven hoy en día tentados a ingresar al mundo delictivo y del sicariato?

Es el sicólogo Daniel Vallejo quien responde: “Son varios motivos: Porque l@s chic@s están teniendo pocas oportunidades educativas, laborales y de recreación para sus tiempos de ocio”. 

 

“Porque los medios de comunicación se han dedicado a ensalzar las figuras de sicarios como hombres de mucho poder económico y hasta político. Ahí estás las historias de El Chapo Guzmán, del Señor de los Cielos, de Pablo Escobar Gaviria. Se debe desmitificar el sicariato“.

 

“Porque ahora las nuevas generaciones son educadas por el Internet y ya no tienen la supervisión directa de los padres, quienes suponen que se educan en la escuela y no es así. La escuela instruye, pero la educación se debe dar en casa. Fomentando valores, como civismo y ética”, subraya el experto. 

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