Greta: una adolescente con un absceso de terror ambiental

 

Geraldo Luís Lino*

Una de las estrellas de la Cumbre de Acción Climática de Naciones Unidas celebrada el pasado 23 de septiembre de Nueva York, la adolescente sueca Greta Thunberg, fue lanzada al estrellato en 2018 para encabezar una radical cruzada mundial en protesta por el descuido frente al supuesto calentamiento del planeta. En un corto discurso se saltó las trancas al abusar de su habituado tono rabiosos y acusador que avisa la inminencia de un cataclismo ambiental.

 

“Me han robado mi niñez y mis sueños con sus palabras huecas, y aun así yo soy una de las afortunadas. Hay gente que está sufriendo, que se está muriendo, ecosistemas completos se están colapsando. Estamos en el inicio de una extinción masiva. Y todo lo que ustedes pueden hablar es de dinero y de cuento de hadas sobre crecimiento económico. ¿Cómo se atreven?”

 

Al final, amenazó, desafiante:

“Están fallando, pero los jóvenes están empezando a entender la traición de ustedes. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes, y si ustedes eligen fracasar; yo digo que nosotros jamás los perdonaremos. No permitiremos que se salgan con la suya. Aquí y ahora es donde pintamos la línea. El mundo está despertando. Un cambio está llegando, les guste o no”.

 

Después, junto con otros jóvenes se dirigieron al Comité de los Derechos Infantiles de las Naciones Unidas, para formalizar la entrega de una bizarra petición de 439 páginas acusando a cinco países, Argentina, Brasil, Francia, Alemania y Turquía de “previsibles violaciones de derechos humanos domésticos y extraterritoriales resultantes de los cambios climáticos”.

 

“Ninguno de los demandados está en un camino de emisiones que sea consistente con mantener el calentamiento debajo de los 3oC, mucho menos del 1.5o C. Cada demandado estableció metas de reducción de emisiones inadecuadas hacia sus compromisos con el Acuerdo de París (…).”

 

El cartapacio –del cual, probablemente, los signatarios ni siquiera leerán la introducción, si es que leen algo- fue preparado por la ONG estadounidense Earthjustice, especializada en acciones judiciales de carácter ambientales. Fundada en 1971, como un apéndice jurídico del Sierra Club (una de las ONG ambientalistas más antigua del mundo, fundada en 1892), recibió su nombre actual en 1993 y tiene su sede en San Francisco, California, con oficinas en Washington y otras 14 ciudades del país. Tiene cerca de 300 funcionarios, de los cuales 130 son abogados, y su presupuesto de 2017 ascendió a los 94 millones de dólares.

 

La cruzada juvenil verde

La participación un tanto desequilibrada de la adolescente Greta en los foros internacionales de Nueva York fue un disparo retumbante de una secuencia de iniciativas semejantes ocurridas en los dos últimos años en EUA y Europa, destinadas a involucrar a la juventud en la farsa del calentamiento global, exento de comprobación científica.

 

Más que nada se asemeja a un proyecto de ingeniería social bien calculado para cristalizar las conciencias de los jóvenes y también de la población adulta de Europa, en un paradigma cultural de pesimismo frente al futuro y de irracionalidad frente a las bases culturales que crearon Europa. Además del ambientalismo de altos vuelos, otros componentes son: la ideología de género, el mal denominado casamiento homosexual y el aborto, en síntesis, una anti cultura relativista y maltusiana.

 

Tras la protesta mundial para presionar a los gobiernos a cumplir el programa de limitación de emisiones de carbono contenido en el Acuerdo de Paris, también existe una finalidad financiera que busca dar soluciones de libre mercado a una crisis climática no comprobada por la ciencia.

 

El icono de esta oleada bien coordinada es la joven de 16 Greta Thunberg de Suecia, elevada en pocos meses a celebridad global. Su proyección meteórica se inició en 2018, cuando comenzó faltar a la escuela y en su lugar se sentaba frente al Parlamento sueco en Estocolmo portando un afiche que decía: “Huelga por el clima”.

 

En la actualidad, una de las tutoras de Greta, es la alemana Luisa-Marie Nuebauer, activista de todas las causas de la anticultura, miembro de la dirección de la ONG “One Foundation”, financiada por el megaespeculador George Soros. Personaje bien conocido en Iberoamérica por su promoción del aborto y de la legalización del consumo de drogas.

 

La promoción de la joven sueca es impresionante.

Por ejemplo, en 2018 la filial sueca del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) la propuso para el premio Joven Heroe Ambiental del año. Además, recibió la famosa Beca Fryshuset de Joven Modelo del Año, y en diciembre, la revista Time la calificó una de las 25 adolescentes más influyentes del mundo.

 

En enero de este año participó en el Fórum Económico Mundial de Davos. Y dio un mensaje que se divulgo profusamente por todo el mundo. Entre otras cosas alarmó con que: “La casa se está incendiando. Estoy aquí para decir, nuestra casa se incendia. De acuerdo con el IPCC (Painel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos), tenemos menos de 12 años para deshacer nuestros errores. En este periodo deberán acontecer cambios sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad, incluso una reducción de nuestras emisiones de CO2 por lo menos en 50% (…).”

 

En febrero fue a Bruselas para dar otro discurso en el Comité Económico y Social de la Unión Europea, donde compartió la tribuna con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Más tarde en marzo pasado, fue indicada para el Premio Nobel de la Paz por tres parlamentares noruegos.

 

Las convicciones ambientalistas radicales le fueron infundidas a Greta directamente por sus padres. Su mamá Malena Ernam es una decidida partidaria radical de las causas ambientales; en 2017 fue nombrada Heroína Ambiental del Año por el WWF-Suecia. En 2018 junto con su marido, el actor Svante Thunberg, publicaron el libro Scener ur hjärtat (Escenas del corazón), en el cual relatan los problemas de salud de sus hijas y discurren sobre las “influencias de los cambios climáticos” en la vida familiar.

 

El libro fue lanzado cuatro días después de la primera protesta de Greta, y se publicará en varios países.

 

En mayo de 2018, Greta fue una de las vencedoras de un concurso de redacción sobre el clima patrocinado por el periódico Svenska Dagbladet, uno de los más importantes de Suecia.

 

En septiembre, el periódico más importante del país Nyheter, publicó un manifiesto de Global Utmaning, refiriéndose a soluciones financieras para la crisis climática. Entre los firmantes estaban Rentzohog, Ernman y Andres Wijkman; este último un veterano político sueco involucrado en las causas ambientales, de 2012 a 2018 fue co presidente del Club de Roma. No es casual que el propio Club de Roma inventor de la premisa maltusiana de los “límites al crecimiento” ha apoyado plenamente la cruzada juvenil verde encabezada por Greta.

 

Quién mueve los hilos

Entre los patrocinadores ocultos de la meteórica fama de Greta se encuentra el poderosos enjambre del ambientalismo mundial. Comenzando por el vicepresidente de los EUA, Al Gore, el Club de Roma el World Resources Institute (WRI), George Soros, Greenpace y otras.

 

Desde el inicio de la protesta los jóvenes que circundan a Greta se vincularon con We Don’t have Time, una “startup” (pequeña empresa de innovación tecnológica), creada por el empresario sueco Ingmar Rentzhog, quien en realidad es el principal menor de ella y quien la incluyo en el consejo directivo de la entidad.

 

Un reportaje del periódico el Mundo 2 del septiembre de 2019, constata:

“Nadie imaginaba que la “protesta espontánea” de Thunberg había sido coordinada con suficiente antelación por el magnate Rentzhog y por Bo Thoren, otro activista climático y líder de un movimiento contra los combustibles fósiles. Así lo confirma el periodista Justin Rowlatt en un extenso reportaje que publica The Times. Según el también corresponsal en asuntos climáticos de la BBC, Thoren llevaba tiempo buscando caras frescas para sus campañas ecológicas y se le ocurrió la idea de una huelga escolar inspirada en las manifestaciones juveniles tras el tiroteo de Parkland, en Florida.

 

“Rentzhog se encargaría de poner en marcha el plan a través de la plataforma We Don’t Have Time. Conocía bien el terreno (había dedicado años de servicio al Climate Reality Project de Al Gore) y se desenvolvía con soltura en el ruedo mediático”

 

El citado Climate Reality Project del ex vicepresidente de EU, Al Gore, (https://www.climaterealityproject.org/). Fue creado en 2011 por el ex vicepresidente de los EUA Al Gore fusionando otras dos entidades también creadas por él, Alliance for Climate Protection y Climate Project. Su actividad principal es la creación de “dirigentes de la realidad climática” en todo el mundo.

 

Además, el 18 de agosto pasado, el periódico británico The Sunday Times publicó un demoledor reportaje del periodista Justin Rowlatt, especialista en temas ambientales y energéticos, titulado “Greta Thunberg y la trama para forjar una guerrera climática”, calificando como una “sombría cábala” a los grupos que la controlan.

 

En palabras de Rowlatt:

“(…) El fenómeno protagonizado por Greta involucra también al lobby de la energía verde, profesionales de la publicidad y de relaciones públicas, determinadas elites del movimiento ambientalista y el think-tank de un ex-ministro socialdemócrata sueco, que financian algunas de las principales empresas energéticas del país. (…) Las empresas que apoyan esta campaña se están frotando las manos ante la bonanza de contratos públicos que podrían abrirse a manos llenas con las políticas verdes defendidas por Thunberg ante los gobiernos de Occidente. Sea o no consciente de esto, esta muchacha es la punta de lanza de una estrategia de presión la cual busca generar ingresos empresariales concretos.

* MSIa Informa

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