Inmigrantes indocumentados que trabajaron para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y cuyos testimonios han sido publicados en un reciente reportaje de The Washington Post, sacan a relucir manías y hábitos extraños del presidente estadounidense, relativos tanto a la comida, como la ropa o incluso al tono anaranjado de su piel.
La investigación de The Washington Post, que destapa la práctica de Trump de emplear a inmigrantes sin papeles, se basa en entrevistas con 48 personas que habrían trabajado ilegalmente para la Organización Trump en 11 de sus propiedades en Florida, Nueva Jersey, Nueva York y Virginia.
HAMBURGUESAS CON QUESO
Los entrevistados mencionan, entre otras cosas, algunas preferencias personales del mandatario, como las hamburguesas con queso bien hechas, la Coca-Cola Light en pequeñas botellas de vidrio con una pajita de plástico.
O su amor por los caramelos Tic Tac, que quería tener en su habitación en todo momento y en una cantidad exacta: dos envases llenos y uno a la mitad.
MAQUILLAJE FACIAL
La misma regla, según el medio, se aplicaba al maquillaje facial de la marca suiza Bronx Colors que Trump se unta y al que debe la tonalidad anaranjada de su piel:
“Dos recipientes llenos, uno medio lleno, incluso si eso significaba que las asistentas tenían que traer regularmente nuevas camisas” debido a las manchas “de color óxido” en los cuellos.
Además, las asistentas se tenían que probar el corrector en el dorso de la mano para asegurarse de que no se había secado.
SEIS POLOS BLANCOS
En el armario de Trump tenía que haber seis conjuntos de golf idénticos: seis polos blancos, seis pares de pantalones beis y seis pares de calzoncillos bien planchados, recuerda Sandra Díaz, que trabajó como su ama de casa en la villa Trump en Bedminster (Nueva Jersey).
Sus empleadas sabían también que no debían tirar su jabón de la marca Irish Spring aunque se hubiera desgastado, pues solo él decidía cuándo algo debía ser desechado.
Cuando eso sucedía, se tratara igualmente de ropa o de periódicos, simplemente lo tiraba al suelo.
LA GORRA ROJA
Un receptor habitual de la ropa desechada de Trump era el padre de Melania, Viktor Knavs, con el que compartían “la talla y todo”, relata Victorina Morales, la sucesora de Díaz en Bedminster.
Ambas mujeres relatan cómo un día Trump regañó a su suegro delante de otros golfistas cuando éste salió a jugar con una de sus viejas gorras de béisbol de color roja.
“Nadie podía usar la gorra roja aparte de [Trump]”, explica Díaz.
RECHAZA VOCERA ANÉCDOTAS
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Stephanie Grisham, declaró a The Washington Post que “las afirmaciones hechas para esta historia no solo son falsas”, sino que representan “un intento desagradable de invadir la privacidad de la primera familia”
Además de calificar el reportaje de una “basura sensacionalista fabricada”, reporta actualidad.rt.com