En una breve comparación de productos y servicios (benchmarking) en relación a los costos que generan al bolsillo de manera individual, Brian X. Chen, reportero de Tecnología para el Consumo del The New York Times, realizó un ejercicio interesante de apreciación, especialmente en momentos en los que la planeación de gastos y de tiempo ha dado un giro a través de la pandemia del COVID-19.
Chen, especialista en revisión de productos y en análisis de Techfix, comparte una perspectiva dinámica de los problemas relacionados a la tecnología. En esta ocasión, Brian Chen aporta un panorama sobre el impacto de las aplicaciones en el estilo de vida de ciertos sectores de la población, en específico de aquel que se vale de manera constante de las aplicaciones de entrega a domicilio.
Es por medio de ese ángulo que el reportero señala cómo Uber Eats, DoorDash y Postmates resultan convenientes en materia de ahorro de tiempo de traslado hacia un restaurante o servicio de cualquier tipo, e incluso, cómo el espacio de una persona se puede optimizar para realizar otras actividades en lo que sus alimentos y necesidades materiales llegan a hasta la puerta de su casa.
La perspectiva de Chen, vista desde lejos, cambia de nueva cuenta a través de los lentes que el panorama del COVID-19 deja para un amplio sector de la población, especialmente cuando la contingencia se ha vuelto un tema primordial en el aplanamiento de la curva de contagios y casi nadie supone salir de sus casas, a excepción de quienes no pueden hacer su trabajo vía remota.
Fue en enero de 2020, cuando EEUU confirmó su primer caso de coronavirus, ante el que el presidente Donald Trump declaró desde el Foro de Davos que la situación estaba bajo control. Brian X. Chen, escribió sobre el tema de las apps y el gran peso que tienen sobre los bolsillos de quienes las usan a finales de febrero, días en los que aún existía mayor movilidad entre la población y en los que el tiempo que ahorraba una aplicación en comparativa con sus cargos, se ponía en balance ante un largo día de trabajo o de horas en la oficina frente al monitor.
Conforme a ese contexto, Chen ponderó que, tras hacer un comparativo de gastos, las aplicaciones resultaban excesivamente altas, especialmente cuando se podía pasar a los negocios de manera directa, comer en el sitio o tomar comida para llevar, sin pagar altas cuotas derivadas de la calidad, preparación, convenios entre negocios, apps y repartidores.
Sin embargo, obtuvo resultados interesantes, especialmente de negocios como Panda Express, uno de los negocios de comida rápida que, desde su análisis quedó dentro de los márgenes más altos en materia de costos para el consumidor. Es decir, expuso que quien haga un pedido a esta cadena a través de Uber Eats tomando como punto de partida una orden familiar, ésta saldría 49% más alta que si se comprase de manera directa en el sitio, subrayando que quien haga ese tipo de órdenes habría que amar a Panda Express para pagar esa prima que ni siquiera incluye costos por propina.
Otro dato interesante a destacar del estudio del mencionado reportero del The New York Times, es que las tarifas adicionales se cuelan a las facturas por varias razones, como lo son el alza de precios de los alimentos que se solicitan a través de las apps. Ello a razón de que las aplicaciones cobra una tarifa de entrega que incluye impuestos y costos de servicios adicionales tan sólo en una línea de factura, motivo que no permite que los costos inflados sean notables por parte de los consumidores.
Al medir la conveniencia de algunas aplicaciones, Chen se encontró con que entre los cuatro mayores competidores en EEUU (DoodDash, Postmates, Grubhub y Uber Eats), vistos desde cuatro aplicaciones que empleó para hacer pedidos idénticos en cuatro restaurantes, éstos tuvieron una peculiar e impactante tendencia.
Ésta se reflejó en los altos márgenes de entrega por alimentos, que varió del 7 al 91% de lo que un consumidor pagaría si comprase la comida directamente en el restaurante. También confirmó que tanto Uber Eats como Postmates son excesivamente caros, aunque fue la primera app la que mostró ser la más cara en todo sentido, situación que el reportero destacó como asombrosamente negativa cuando Uber Eats ofrece los mismos servicios que Grubhub o Doodash.
En ese sentido, Chen entrevistó a Megan Casserly, una de las representantes de medios de Uber, quien señaló que el objetivo de la empresa es entregar comidas a las personas lo más rápido posible, mientras que las tarifas transparentes cubren los gastos operativos y compensan de manera justa a los trabajadores.
A pesar de los anterior, tras su investigación, Brian X. Chen encontró que también los cargos de servicio por parte de Uber eran impredecibles, pues sus tarifas fluctuaron con base en la disponibilidad de hacer cubrir el pedido, horas pico en las que la empresa emplea a más personas, y sube sus precios.
En relación a las otras tres aplicaciones, el reportero encontró que sus coberturas de servicio también son poco claras en cuanto a los precios finales que arrojan a los consumidores una vez que hagan sus pedidos, pues, en gran parte, dependen del negocio al que se le esté solicitando la comida. Sobre Postmates, sus precios también pueden resultar más elevados, con el diferenciador que ellos no sólo se dedican a la entrega de comida, sino también de cualquier cosa de la que puedan llevar a domicilio.
Chen corroboró que las tarifas más bajas por lo regular se dan entre las aplicaciones que tienen menos nexos con los negocios, como lo pueden ser las que tienen sólo convenios con los restaurantes.