Ivette Sosa*
No hay duda que el confinamiento por la pandemia del coronavirus en el mundo es la medida adecuada para evitar los contagios masivos.
No obstante, en países como México, donde las familias viven al día, resulta no sólo imposible, sino cruel e inhumano el aislamiento social, porque la gente sale a trabajar para llevar algunos pesos a su hogar para mal comer ese día. ¿Para mañana?, ¡ya veremos!
Ante las disposiciones correspondientes a la Fase 3 de la emergencia sanitaria, uno de los sectores más golpeados es el del comercio no esencial y ambulantaje, a quien ni el gobierno de la Cuarta Transformación ni las administraciones de los estados, han tenido acciones coordinadas de apoyo verdadero.
El confinamiento ha provocado no sólo irritación sino airados reclamos y zacapelas entre vendedores ambulantes y cuerpos del orden.
MEGA OPERATIVO
Ejemplo de ello sucedió en Toluca, Estado de México, donde elementos de Sedena junto con uniformados municipales y estatales llevaron a cabo un “mega operativo” para pedir a los comercios no esenciales que bajen la cortina. El cual casi termina como el Rosario de Amozoc.
Resulta que en las calles de Juárez y Morelos, ambulantes quien un día anterior ya habían sido retirados del Cosmovitral, fueron nuevamente conminados a quitar sus puestos de las banquetas.
Los vendedores entonces decidieron interceptar el operativo e inició una acalorada discusión, donde salieron a relucir los saludos a las respectivas madres.
Sin acuerdos, los policías lanzaron gas lacrimógeno, a fin de dispersar a los quejosos y detener la bronca que amenazaba con tomar niveles más álgidos y violentos.
Los ambulantes señalaban que aceptaban retirarse del lugar, siempre y cuando el gobierno municipal les ofreciera algún apoyo económico. Empero, el compromiso de ayuda nunca llegó.
*Periodista-investigadora; Premio Nacional de Periodismo