Mario Delgado aboga por alianza público-privada

 

Mouris Salloum George*

Dejemos que la memoria tome la palabra: En diciembre de 1982 tomó posesión el presidente Miguel de la Madrid en medio de una crisis económica desorbitada, exacerbada por ingredientes políticos generados por la expropiación bancaria en septiembre anterior.

 

El mandatario debutante puso a consideración de los sectores social y privado el Plan Inmediato de Recuperación Económica (PIRE). La clase trabajadora respondió casi incondicionalmente a la convocatoria. La contraparte se mantuvo agazapada y silenciosa.

 

El recelo del poder económico privado se explicó porque De la Madrid, en el arranque de su mandato, insistió en una de sus tesis de campaña: La sociedad igualitaria y en una negativa: No habría revocación del decreto por el que se expropió la banca.

 

En la primavera de 1983, desde las troneras del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ya estaba internacionalizada una campaña de presión sobre el nuevo gobierno, contra cuya orientación se incitaba a la intervención externa.

 

LESA y la oportuna destrucción de la Ciudad de México en 1985

Las relaciones Estado-Capital privado empezaron a matizarse cuando De la Madrid empezó un proceso de privatizaciones de entes públicos. Para mayo de 1984 se hacía del dominio público la iniciativa de Libre Empresa S. A. pujando por todo el espectro empresarial bajo gestión estatal.

 

El punto de inflexión se produjo  a principios de 1986 cuando Manuel Camacho Solís fue designado titular de la Secretaría de Ecología y Desarrollo Urbano con la misión de coordinar la reconstrucción de la Ciudad de México, devastada por los terremotos de septiembre del año anterior.

 

Con su olfato político y su potencial conciliador, Camacho Solís abrió las puertas a la inversión privada en los diversos proyectos de naturaleza inmobiliaria, no pocas veces subsidiados fiscalmente por el Estado.

 

Para 1987, los más prominentes hombres de negocios acudieron a la cita del PRI, que les pasó la charola para financiar la campaña presidencial de 1988, invitación a que asistieron entusiastas y se mocharon con su cuerno.

 

La narrativa anterior viene a tema ahora que el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, el itamita Mario Delgado colocó en la red al presidente del CCE, Carlos Salazar Lomelín, a quien le pareció pertinente una segunda edición del modelo de 1986 para la recuperación de las grandes empresas.

 

Delgado quiere una alianza estratégica con el sector privado

Dijo el empresario regio: Entendemos que volver a utilizar aquella experiencia tiene costo en el corto plazo para el erario, pero es un costo que tiene que medirse con la parte de demanda que representa la inversión. Dicho en términos rancheros, así si baila mi´ja con el señor.

 

Mario Delgado propuso que sí, que  como no: En este momento de crisis, más allá de buscar una división, es necesario hacer una alianza estratégica entre el sector público y el sector privado. No, pues sí.

* Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

Foto: Twitter @mario_delgado

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