Dos grupos de investigadores han llegado de forma independiente a la misma conclusión: podría ser tu hígado –y no tu buen juicio– lo que te libre de atracarte de mazapanes, turrón, polvorones y otros dulces durante el llamado maratón Guadalupe-Reyes.
Estos expertos han hallado pruebas de que una hormona relacionada con este órgano (la FGF21) regula la ingesta de azúcares en ratones.
Matthew Potthoff, de la Universidad de Iowa y autor principal de uno de los trabajos, explica que “muchos estudios han analizado los mecanismos que regulan el comportamiento adictivo hacia los dulces, pero pocos se han adentrado en cómo cambia este después de la ingesta”.
STEVEN A. KLIEWER, DE LA UNIVERSIDAD DEL SUROESTE DE TEXAS Y RESPONSABLE DE LA OTRA INVESTIGACIÓN, INDICA QUE “LA FGF21 PUEDE TENER IMPORTANTES EFECTOS EN EL SISTEMA NERVIOSO Y EL COMPORTAMIENTO”.
Kliewer y sus colegas han descubierto que la FGF21 influye en la preferencia por el azúcar mostrado por ratones y monos. De hecho, una sola dosis de la hormona conseguía que los primates dejaran de interesarse por el agua dulce.
El trabajo de Potthoff ha demostrado que el hígado de los ratones produce FGF21 en respuesta a la ingestión de azúcares. En los roedores, esta hormona pasa al torrente sanguíneo y suprime el apetito de azúcar actuando sobre el hipotálamo, la parte del cerebro que regula la ingesta de comida.
Estos son solo los primeros pasos en el estudio de cómo la FGF21 regula el apetito; queda comprobar si funciona de igual forma en los seres humanos, en los que entran en juego factores como el estado de ánimo, la educación y las costumbres.