Aldo Rebelo*
La causa de la protección de las minorías es universal y humanitaria, pero no siempre son universales ni mucho menos humanitarias las razones que las socorren en beneficio de intereses propios o de terceros.
Veamos la situación de las poblaciones indígenas de América del Sur y de Brasil y de la legión de organizaciones no gubernamentales (ONG)y de instituciones internacionales que se movilizan en su defensa. Primero denúnciese el abandono a que fueron relegados los indígenas por la sociedad nacional y por el Estado en Brasil, motivo más que suficiente para que la omisión sea rebosada con la movilización ora generosa, ora interesada, de cuantas ONG pululan en la cuenca del Amazonas entre las comunidades indígenas.
Es el indio el más sufrido afluente para formar el río de la nacionalidad. El blanco, el negro y el mestizo, mezclados en la desigualdad encontraron los caminos de las reivindicaciones de sus derechos. El indio no. En la soledad de los yermos su voz es poco escuchada y sus carencias poco notadas en el litoral y en las civilizaciones urbanas. Tal condición despierta la solidaridad de las almas bondadosa de aquí y del mundo, pero despierta también la ignominia, la sordidez, la codicia y el interés de las naciones dominadoras que recompensan a sus agentes con dinero y prestigio.
Es de notar que Adolfo Hitler señaló la opresión de la minoría alemana en Checoslovaquia y Polonia para ocupar esos países y anexar partes de sus territorios. A propósito, el embajador brasileño en la Liga de las Naciones en los años veintes del siglo pasado, Afrânio de Melo Franco, registró en un informe sobre la minoría húngara en Rumania y de las minorías alemana, judía, rusa y polaca en Lituania, que no se justificaba que la Liga pusiese bajo su protección a esas minorías ante las mayorías nacionales de esos países. El pasaje está registrado en el libro El estadista de la república, de su hijo Alfonso Arino, futuro canciller del presidente Jânio Quadros.
Aquí mismo, en el Portal Bonifacio, Felipe Quintas recordó la orquestación de los objetivos políticos-empresariales de Estados Unidos en la cuenca del Amazonas, por medio de las iniciativas de la CIA y de la familia Rockefeller, descritos en detalle en el libro Seja Feita a Vossa Vontade –A Conquista de Amazônia: Nelson Rockefeller e o Evangelismo na Idade do Petróleo, de los periodistas Gerard Colby y Charlotte Denett. Los autores recuerdan la decisión de los tribunales alemanes de declarar a los indios de América “arios honorarios”, con el propósito de atraerlos a la esfera de influencia del Tercer Reich.
La manipulación geopolítica de las reivindicaciones indígenas desconoce fronteras ideológicas. En la Bolivia de Evo Morales, líder de izquierda, el gobierno enfrentó una rebelión indígena cuando trató de construir una autopista que pasaba por el Territorio Indígena Parque Nacional Isidoro Sécure (TIPNIS). Después se supo que entre los financiadores de las organizaciones no gubernamentales que organizaron la rebelión estaba la Embajada de Estados Unidos en la Paz.
En Ecuador otro presidente de izquierda, Rafael Correa, se topó con protestas radicalizadas organizadas por ONG asociadas a adversarios del gobierno contra obras de infraestructura y de explotación minera en zonas indígenas. Correa denunció varias veces la intromisión externa en estas manifestaciones. Además, no es sólo coincidencia el número de cuadros de las organizaciones no gubernamentales norteamericanas ligadas a las cuestiones indígenas y ambientales que hicieron su estadía y aprendizaje en Ecuador.
El caso clásico del uso de buenos propósitos para fines de barbarie es la sociedad de protección de los aborígenes creada por el Rey Leopoldo II de Bélgica. Tal sociedad fue la cubierta usada para el exterminio de 10 millones de africanos en el Valle del río Congo, en el más siniestro proyecto colonial europeo de África en la segunda mitad del siglo XIX, conforme relata el autor estadounidense Adam Hochschild en su libro El fantasma del Rey Leopoldo: Una historia de codicia, terror y heroísmo en África Colonial.
En Brasil, un proyecto nacional digno de ese nombre presupone el rescate, la valorización, el respeto de la cultura y de las tradiciones, y la plena incorporación de las poblaciones indígenas a la sociedad nacional. Al mismo tiempo exige también el bloqueo de los objetivos neocoloniales, que bajo distintas y disimuladas formas buscan fragilizar la cohesión y la unidad nacionales con la manipulación de las carencias de la población indígena.
* Ex ministro de Defensa de Brasil.