Daniel Lizárraga*
Pequeños empresarios, profesionales independientes, tianguistas y meseros, entre otros trabadores, enfrentan la nueva normalidad con el coronavirus respirándoles en la nuca. Nueve de cada diez empresas en el país han sido afectadas por la pandemia.
Con la nueva normalidad que arrancó el 1 de junio, la gente empezó a salir del confinamiento, en muchos casos para enfrentarse a un despido laboral, un negocio quebrado, la imposibilidad de conseguir un empleo.
El 93.2 por ciento de las empresas tuvo al menos una afectación por la pandemia, principalmente por la disminución de los ingresos, según los resultados de la Encuesta sobre el Impacto Económico generado por Covid-19 (ECOVID-IE), realizada por el INEGI.
Durante la pandemia, 92.2% de las empresas no ha recibido ayuda porque no se enteraron de los programas oficiales existentes, de acuerdo con la fuente antes mencionada.
Aunque a partir del 1 de junio y la llamada nueva normalidad, la mayoría de los negocios tienen permiso para operar con restricciones. Estas son las historias de algunos microempresarios, profesionistas y empleados a los que la pandemia ha dejado sin ingreso, en la quiebra o muy cerca de ella.
ABRIR Y CERRAR POR UN CONTAGIO
Laura Medina, una pequeña empresaria que vive en Cuernavaca, abrió su negocio el pasado 6 de julio cuando el semáforo epidemiológico se puso en naranja. Ella junto con su familia se han dedicado por décadas a la venta de ropa en la capital morelense. Fueron meses de espera, de angustia por las cuentas por saldar. Las ventas a domicilio eran insuficientes.
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