Mario Lettieri y Paolo Raimondi
El problema de la deuda pública global está cada vez más álgido, genera preocupaciones y temores, hacia donde quiera que veamos. En general, para la prensa, la deuda pública es sinónimo de insolvencia o de riesgo.
Y esta no es propiamente una evaluación equivocada, pues, en todo el mundo, pasó de 30 billones de dólares en 2007, hasta 65 billones, más que duplicándose en diez años. En comparación con el Producto Interno Bruto (PIB), en los EUA, subió de un 62.5% a 106%; en la eurozona, de 65% a 90%; en Italia, de 100% a 132.5%.
RUSIA CANCELA PARTE DE DEUDA DE NACIONES AFRICANAS
Son datos que hablan por sí mismos. Pero es ensordecedor el silencio que acompaña las decisiones importantes en relación a la reducción o cancelación de las deudas, como en el caso de Vladimir Putin, quien decidió cancelar parte de la deuda contraída por países africanos.
De acuerdo con el sitio del Kremlin, durante la reunión del 27 de septiembre con el presidente de Guinea, Conakry, y de la Unión Africana, Alpha Condé, Putin afirmó que “Rusia apoya activamente los esfuerzos de la comunidad internacional para promover el desarrollo de los Estados africanos. En el ámbito de las iniciativas para ayudar a los países más pobres, decidió cancelar más de 20 mil millones de dólares de países africanos”.
Se trata de una cifra relevante, a la cual Rusia decidió renunciar en beneficio de países que, con gran esfuerzo y no pocas dificultades, están trabajando para superar el subdesarrollo y la indigencia de grandes masas de sus poblaciones.
LA GRAN CAMPAÑA DE JUBILEO
Ya en el período 1998-2004, cuando la Iglesia Católica inició la gran campaña de Jubileo, proponiendo una moratoria de la deuda de los países pobres, Rusia anuló 16, 500 millones de dólares en deudas africanas.
Putin afirmó que, desde 2016, Moscú apoya programas alimenticios internacionales y que 5 millones de dólares de esta ayuda se destinan a África. Entre estos, hay un interesante proyecto de la UNIDO (Agencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) para el desarrollo de la agricultura y la pesca en Etiopía.
En verdad, todos los países del grupo BRICS están bastante involucrados en el desarrollo económico y social y en la modernización de la infraestructura en todo el continente africano.
Las cumbres del grupo siempre dedican energías e iniciativas para África, con la consciencia de que no se puede prescindir de la solución de sus actuales desequilibrios.
BRICS A PAÍSES EMERGENTES
En la cumbre del pasado septiembre, en Xiamen, China, se puso un gran énfasis en la importancia de ampliar la alianza de los BRICS a mercados emergentes y países en desarrollo, reforzando, especialmente, la cooperación con África. En este contexto, es de gran importancia la decisión de crear un Centro Regional Africano dentro del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), además del lanzamiento de un Plan de Acción para la Innovación y la Cooperación, principalmente, para África.
Por desgracia, muchos pseudo especialistas occidentales parecen estar acoplándose para demostrar que las decisiones de Rusia y, en general, de los miembros del BRICS, no representan más que operaciones para entrar al Continente Negro. Esto puede tener algo de cierto, pero los países europeos y la Unión Europea deben explicar porque están perdiendo su papel natural de amistad y cooperación al cual fueron llamados.
Tal vez porque nunca corrigieron la arrogancia propia del neocolonialismo. O, tal vez, porque mantienen una perspectiva enfocada en la maximización de los lucros y en el liberalismo sin riendas. Pensamos que esta perspectiva está equivocada.
Vale la pena recordar, por ejemplo, que más de 50 años después de las declaraciones de independencia de los países africanos francófonos de Francia, sus monedas todavía se imprimen en París y ¡están totalmente controladas por el Banque de France!
ENTRE DEUDA Y DESARROLLO
Además de esto, no es casual que, incluso la Iglesia, con la encíclica Populorum Progressio del Papa Paulo VI, haya indicado el camino correcto para la reducción de las dudas y para el desarrollo de los pueblos, denunciando, entre otros, al “imperialismo internacional del dinero”.
Puede decirse que la Iglesia siempre estuvo muy atenta a semejantes cuestiones económicas y sociales. Los documentos del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, “Al servicio de la comunidad humana: una perspectiva ética de la deuda internacional” (1986) y “para una reforma del sistema financiero y monetario internacional bajo la perspectiva de una autoridad pública universal” (2011), son claros y elocuentes.
También en Italia y sus empresarios, lamentablemente, aunque muestren una actitud más cooperativa y disfruten de alguna simpatía en muchas partes de África, no logran expresar una política económica y cultural innovadora y más orientada hacia el verdadero desarrollo.
Este es el “siglo africano” en el cual es necesario abordar con un empeño mayor y diverso los problemas de los 54 países del continente.