En un giro que podría marcar un cambio significativo en la política de seguridad en México, Evelyn Salgado, la gobernadora de Guerrero, ha dado un paso que está levantando ámpulas en el panorama nacional. La reciente designación de Josué Barrón Sevilla, coronel de infantería del Ejército Mexicano, como nuevo secretario de Seguridad Pública del estado no es simplemente un ajuste administrativo; parece ser un reflejo de una tendencia alarmante: la militarización creciente bajo el gobierno de Morena.
La nueva cara de la seguridad en Guerrero
Evelyn Salgado ha declarado en sus redes sociales que Barrón Sevilla asumirá el cargo con “la determinación y gran responsabilidad” que la seguridad pública requiere. La trayectoria del nuevo funcionario, que incluye una maestría en Gestión Pública por el ITESM, una especialización en Ciencias Militares por la Academia de Guerra de Chile y una maestría en Seguridad Nacional por el Colegio de Defensa Nacional, parece ser una carta de presentación impresionante.
Barrón Sevilla no es un novato en el ámbito militar. Ha ocupado cargos clave, como el comando del 56º Batallón de Infantería en Acapulco y diversas posiciones de administración de recursos en la Sedena. Su nombramiento subraya una tendencia preocupante: en los últimos 33 meses, Guerrero ha tenido cuatro titulares de la Secretaría de Seguridad Pública, todos con antecedentes militares.
Un cambio de paradigma
Este patrón no es trivial. Desde que Salgado Pineda asumió el cargo, el estado ha visto un desfile continuo de figuras militares al frente de la seguridad pública. Primero fue Evelio Méndez Gómez, luego el general brigadier Rolando Solano Rivera, seguido por Gabriel Zamudio López, y ahora Josué Barrón Sevilla. Cada uno ha venido con su propio conjunto de desafíos y, a menudo, con sus propias renuncias.
El reciente abandono de Gabriel Zamudio, quien dimitió citando problemas de salud y complicaciones administrativas, añade una capa de complejidad a la situación. Según informes, la renuncia de Zamudio también estuvo marcada por tensiones con funcionarios de la administración, particularmente aquellos que, según se rumorea, fueron impuestos por el senador Félix Salgado Macedonio. La presión sobre Zamudio por la dilación en pagos y recursos críticos sugiere una fricción interna que podría estar exacerbando el clima de incertidumbre y desconfianza.
Implicaciones y perspectivas
La llegada de un nuevo militar a la Secretaría de Seguridad Pública plantea preguntas sobre la orientación futura del gobierno estatal. La constante rotación de líderes militares al frente de esta dependencia podría interpretarse como una estrategia para asegurar un control más rígido sobre las operaciones de seguridad, pero también refleja una posible inestabilidad y falta de continuidad en la gestión.
Para el observador atento, esta militarización en Guerrero podría ser vista como una pieza del rompecabezas más amplio de la política de seguridad en México bajo Morena. La administración de Salgado Pineda está alineando cada vez más sus políticas de seguridad con una estrategia militar, lo que puede tener profundas repercusiones no sólo en Guerrero, sino en el panorama político y social del país.
Conclusión
El nombramiento de Josué Barrón Sevilla como nuevo secretario de Seguridad Pública en Guerrero no es simplemente un cambio de personal; es una señal clara de un enfoque cada vez más militarizado hacia la seguridad pública en México. Mientras el gobierno de Morena continúa implementando figuras militares en posiciones clave, surge una pregunta inquietante: ¿estamos siendo testigos de una militarización creciente en la administración pública que podría redefinir el futuro de la seguridad en el país? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que esta tendencia está capturando la atención de todos los que siguen de cerca el desarrollo político y social en México.
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