Silvia Palacios y Lorenzo Carrasco
Las tensas negociaciones sobre la continuidad del TLCAN, derivadas de la elección de Donald Trump y su abierta animadversión al pueblo mexicano, deberían ser suficientes para convencer a las autoridades mexicanas y sus intelectuales de oficio a pensar el destino del país fuera de la “cajita” de las relaciones con los Estados Unidos.
Si bien es cierta la importancia de la política externa y económica con el coloso del norte, lo reprobable es la postración de la diplomacia mexicana desde el gobierno de Miguel de la Madrid, radicalizada por su Rasputín, el presidente Carlos Salinas de Gortari, cuya influencia ha permanecido inmutable gracias a su promiscuidad con la oligarquía financiera de Wall Street.
MAQUINACIONES MAFIOSAS INTERNAS DEL PODER
Independientemente de la aversión a México y su descabellado desprecio por el país, el ataque de Trump al sistema de libre comercio detonó, muy probablemente sin querer, la vinculación espuria de la elite gobernante mexicana con el poder oligárquico centrado en el eje anglo-americano.
Para comprender mejor: la fuente de poder de Salinas de Gortari –y la compañía supra partidaria que lo sucedió- está a punto de reducirse a las maquinaciones mafiosas internas del poder; su fidelidad con el poder de la globalización financiera pende del hilo de la misma sobrevivencia del decrépito excepcionalismo estadounidense, en el que se basa el propio Trump para lanzar la política de “Primero América”.
El fenómeno Trump, el Brexit, y la melancolía conservadora suspirando por un pasado mejor en Europa, tienen una característica causal. Todas son reacciones a un ruinoso sistema de libre comercio, pero ninguna de ellas se acerca a la solución.
La verdad sea dicha, México durante los últimos 30 años sufrió una abducción desertando de su historia: así, el mundo comenzaba en enero de 1994, sus padres fundadores, comerciantes de ilusiones, actuaban teniendo en la escena un retablo de las maravillas, en el tablado todo mundo tenía que profesar los prodigios del libre comercio. Toda la historia pasada un borrón y cuenta nueva. Más de 20 años convertidos en nada.
SISTEMA DE SERVIDUMBRE
Consecuentemente, México está en una encrucijada histórica: desangrarse por permanecer en un sistema de servidumbre, o partir a una salida innovadora, de sacrificio ciertamente, pero con un futuro de esperanza para su inmensa población mayoritariamente pobre.
A esta última alternativa el establishment anglo-americano, a través de connotados banqueros y de sus heraldos periodísticos como The Economist,le llama, ¡populismo!, de acuerdo a un artículo publicado en su edición del 9 de mayo.
México tiene que regresar, después del rapto histórico, al mundo actual; lo que está en marcha con el surgimiento del desarrollo euroasiático y el declive de la hegemonía estratégica de los EUA percibida en el éxito de la diplomacia rusa en Siria. Por eso, el país debe tomar en serio el ofrecimiento del ministro de Comercio e Industria de Rusia,
Denis Manturov quien en una visita reciente al país, la primera en décadas de un funcionario gubernamental ruso, el 22 de octubre, mencionó el ámbito idóneo para los posibles acuerdos comerciales entre ambas naciones, la Unión Económica Euroasiática, en los sectores de energía, ferroviario, automotriz, aviación, tecnología y farmacéutica.
BRICS, UNA ALTERNATIVA
Significativo de este esfuerzo fue la invitación a México para participar de la IX cúpula del grupo BRICS realizada en septiembre pasado en la ciudad china de Xiamen. En este contexto también se percibe un acercamiento diplomático hacia Brasil, el cual, para ser fructífero, es necesario inscribirlo en ese contexto estratégico mayor, recordando que Brasil además de ser miembro del BRICS es la principal nación de América del Sur.
Es evidente la intensión del actual gobierno mexicano de utilizar estos acercamientos a la nueva realidad económica mundial en ciernes, solamente como carta de presión en la actual sufrida renegociación del TLCAN, ya en su tercera ronda, sin rumbo aparente.
No obstante, esa nueva configuración política, en las elecciones presidenciales en julio del próximo año deberá ser lo determinante para definir un retorno a las raíces históricas de nuestro gran México. Imagen: Alto Nivel