Los derrotados en Siria persisten en alentar turbulencias

 

MSIA Informa

Existe una serie de acontecimientos en el Oriente Medio que prueban el empeño por mantener una región convulsionada, incluso con la perspectiva de la finalización del conflicto en Siria –en verdad muy probablemente a causa de ésta.

 

Aquí los hechos:

Hemos informado que el conflicto en Siria avanza hacia una conclusión desfavorable para los intereses de la coalición integrada por EU, Turquía, Israel, Arabia Saudita y los emiratos del Golfo Pérsico.

 

Aunque cada parte tuviera su propia agenda, el conjunto tiene como objetivo principal el derrocamiento del gobierno del presidente Bashar al-Assad, lo que significaría que Siria fuera neutralizada como aliada estratégica de Irán y abriría el paso a los gasoductos controlados por los intereses de la coalición.

 

Nada salió como querían. No solamente Assad sigue en el poder al igual que la presencia militar de Rusia, Irán y el Hezbolá libanés, presencia que se mostró crucial para la inminente victoria del régimen y consolidó el papel estratégico de estos actores en el escenario regional, además de China, quien ha proveído un discreto pero relevante apoyo económico y político al gobierno sirio.

 

 

NUEVA “GUERRA FRÍA”

Con las cartas yihadista y kurda potencialmente neutralizadas como focos de inestabilidad y Turquía menos inclinada a participar en una nueva “Guerra Fría”, la coalición belicista se vio forzada a buscar una alternativa para obstaculizar la pacificación de la región y mantener los focos de los incendios.

 

La desestabilización de Líbano es la opción que atiende la mayoría de los intereses de los miembros de la coalición, por intermedio de un nuevo conflicto de Israel con el Hezbolá.

 

No es un secreto la intención del gobierno de Israel de provocar una nueva confrontación con el grupo libanés como revancha de la humillante derrota que le impuso en 2006. En septiembre pasado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) realizaron su mayor ejercicio conjunto en más de 20 años, simulando una nueva guerra contra el Hezbolá, incluyendo una virtual devastación de la infraestructura física de Líbano.

 

Desde entonces, el deslenguado ministro de Defensa Avigdor Lieberman y varios analistas locales han hecho reiterados comentarios sobre el “futuro conflicto”, como si esto ya fuera una decisión consumada. Un ataque contra el Hezbolá sería, también, una manera de atraer hacia la lucha a su aliado Irán, que ni israelitas, sauditas o estadounidenses tiene condiciones y/o disposición de confrontar directamente, a pesar de su agresiva retórica contra Teherán.

 

LA NOCHE DE LOS CUCHILLOS

Entra Arabia Saudita al frente con el sociópata arrogante y ambicioso príncipe heredero Mohammad bin Salman (MBS), de hecho el regente del país, quien acaba de promover una brutal purga de la cúpula del régimen saudita, para alejar a sus eventuales rivales de su posición como heredero al trono, lo que analistas comparan a la Noche de los Cuchillos Largos de 1934, cuando la facción de Adolfo Hitler aplastó a sangre y fuego a sus rivales en el liderato del Partido Nazi.

 

El sábado 4 de noviembre, mientras decapitaba a sus enemigos so pretexto de una operación anticorrupción, MBS apareció en vivo en la televisión, teniendo a su lado al primer ministro libanés Saad al-Hariri, quien había viajado repentinamente a Riad y sorprendió al anunciar su renuncia, alegando una amenaza de asesinato contra él y acusando a Irán y al Hezbolá de sembrar conflictos y destrucción en el mundo árabe.

 

Rápidamente, el heredero saudita afirmó que el Líbano había “declarado la guerra” a su país.

 

Curiosamente, Hariri viajó a Riad luego de una reunión con el ex-canciller iraní Alí Akbar Velayati, enviado especial del ayatola Alí Khamenei, quien también se reunió con todos los líderes libaneses relevantes y las partes demostraron una amplia satisfacción con los encuentros (Red Voltaire, 8 de noviembre de 2017).

 

La renuncia de Hariri no engañó a nadie, comenzando por sus colegas del gobierno; incluso los servicios de seguridad negaron la existencia de algún complot contra él y el presidente Michel Aoun si se rehusaba aceptar la renuncia hasta que el volviera al país

 

 

DECISIÓN SAUDITA

Igualmente, el secretario general de Hezbolá, Sayyed Nasrallah fue categórico: “La forma de renuncia prueba que Hariri fue forzado a hacer esto y que la renuncia fue una decisión saudita. Hasta ahora nadie sabe lo que realmente ocurrió. Nosotros los libaneses conocemos la retórica de cada lado y la declaración leída por Hariri en el video representa la retórica saudita y no la de Hariri (Al-Manar, 6 de noviembre de 2017).

 

El gobierno de Irán fue todavía más directo, vía un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores: “La renuncia de Hariri fue coordinada con el presidente estadounidense Donald Trump y Mohammad bin Salman de Arabia Saudita. La renuncia tuvo como objetivo crear tensión en Líbano y en la región. Esta renuncia también buscaba compensar a los EUA por sus fracasos, después de la derrota del Estado Islámico” (CNN, 5 de noviembre de 2017).

 

El canciller Mohammad Javad Zarif reforzó la acusación, apuntando el dedo hacia el yerno y asesor del presidente Trump, Jared Kushner. “Las visitas de Kushner y del premier libanés, llevaron a la bizarra renuncia de Hariri mientras estaba en el exterior”, dijo en su Twitter (The Times de Israel, 6 de noviembre de 2017).

 

Kushner, conocido por su acalorada postura pro-israelí, ya se ha reunido cuatro veces este año con MBS.

 

RENUNCIA DEL PRIMER MINISTRO LIBANÉS

De forma significativa, las declaraciones de los dos principales líderes reforzaron las sospechas sobre el entramado.

 

“La renuncia del primer ministro libanés Hariri y sus declaraciones son un llamado de atención para que la comunidad internacional actúe contra la agresión iraní, que está intentando transformar a Siria en un segundo Líbano. Esta agresión pone en peligro no solamente a Israel, sino a todo el Medio Oriente”, dijo el premier Benjamín Netanyahu en Londres.

 

“Líbano=Hezbolá. Hezbolá=Irán. Líbano=Irán. Irán es un peligro para el mundo. Saad Hariri provocó esto hoy”, escribió en el Twitter el ministro Lieberman (Al-Manar, 5 de noviembre de 2017).

 

De hecho, si no hubiera habido inmediatamente un ajuste interno, la renuncia de Hariri hubiera tenido el potencial de crear problemas para el precario sistema político sectario libanés, donde la Constitución determina que el premier sea sunita, el presidente, cristiano, y el presidente del Parlamento, chiíta. El Hezbolá, blanco primario de la trama, es parte de la coalición gubernamental, con ministros y diputados.

 

 

ISRAEL EN EXTRAÑA ALIANZA CON ARABIA SAUDITA

El 7 de noviembre, el generalmente bien informado sitio estadounidense Zero Hedge publicó una nota explosiva, afirmando que el Canal 10 israelí había divulgado un mensaje diplomático filtrado, supuestamente encaminado a todas las embajadas de Israel, el cual sugería una coordinación de esfuerzos entre Tel Aviv y Riad.

 

El mensaje pedía que los diplomáticos israelíes hicieran todo lo posible para incentivar a los gobiernos anfitriones a presionar a Irán y al Hezbolá, además de apoyar la guerra de agresión promovida por los sauditas contra Yemen, el país más pobre del mundo árabe.

 

El comentarista Tyler Durden observa: “Todo esto ocurre, quizá no por coincidencia, en el exacto momento en que el Estado Islámico se encuentra en el umbral de su completa aniquilación (parcialmente, en manos del Hezbolá), y que tanto Israel como Arabia Saudita han declarado últimamente ‘líneas rojas’ sobre la influencia iraní en toda la región., así como la amplia aceptación y popularidad de Hezbolá dentro de Líbano.

 

Lo que tanto Israel como los sauditas temen es el hecho de que la guerra siria haya fortalecido al Hezbolá, en lugar de debilitarlo. Y ahora tenemos evidencias internas conclusivas de que Israel está formalizando silenciosamente su inusual alianza con Arabia Saudita y su ambicioso y agresivo heredero Mohamed bin Salman”.

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