Mouris Salloum George*
Para preservar su memoria en la posteridad, el diminuto dictador español Francisco Franco mandó construir un estrambótico mausoleo al que llamó El valle de los caídos. Ahí reposa su fiambre.
En su momento, la sociedad europea, estupefacta e irritada, condenó el monstruoso gasto público en esa ocurrencia. Intelectuales ingleses, flemáticos, compararon al general con los viejos faraones.
Los faraones, sin embargo, concibieron y decoraron sus pirámides-tumba con exuberantes prendas y joyas personales, preparando el tránsito hacia sus dioses. Franco no: El se creía Dios.
Como sea, los faraones mexicanos suelen padecer el síndrome de la eternidad. Felipe Calderón, por ejemplo, se construyó su Estela de luz. Algo modesto, a decir verdad. Su costo: Unos tres mil millones de pesos.
NAICM: Alta rentabilidad para el gobierno
Asombra a visitantes extranjeros ver en maqueta el monumental proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: Ni en territorios del Medio Oriente, donde las corruptas familias monárquicas dilapidan la riqueza producida por sus pobres, construyendo alucinaciones arquitectónicas.
No hay marcha atrás, dice la Presidencia de la República: Aunque la obra se erige con financiamiento privado, generará alta rentabilidad al gobierno.
“Financiamiento privado”, pero se hace abstracción que buena parte del capital proviene en importante porcentaje de la disposición de saldos de las cuentas del ahorro para el retiro de los trabajadores.
Ah, pero esos trabajadores, obvio, no son iniciativa privada. Sólo humildes cotizantes para asegurarse una vejez digna. Que no la tendrán.
No la tendrán, y no porque lo adviertan los detractores de la faraónica obra. Lo dice el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del que México es Estado socio.
En reciente reporte, ejecutivos del BID han encontrado todos los boquetes posibles al modelo pensionario mexicano que, según pulsa la institución, es una bomba de mecha corta.
El diagnóstico del BID hace público lo que aquí es un secreto a voces. La reforma de 1997 está dejando mucho a deber, más lo que se acumule en la semana.
Pese a las condiciones leoninas de las cuentas individuales de ahorro para el retiro, cuando las Afore empiecen a pagar la primera pensión, el trabajador no alcanzará más allá del 30 por ciento del último salario devengado. Lo dice el BID.
Ya lo festejaron en Los Pinos: ¡Alta rentabilidad para el gobierno! Para los humildes cofinanciadores del Aeropuerto Internacional, un cuerno bien retorcido.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.