La primera planta nuclear flotante del mundo inició su viaje inaugural el pasado 28 de abril. La planta Akademik Lomonosov, construida por la empresa energética rusa Rosenergoatom, subsidiaria de la empresa estatal Rosatom, zarpó con dirección al puerto de San Petersburgo, para dirigirse al puerto de Murmansk, donde se cargará con el combustible nuclear, y de allí partirá a su destino final, la ciudad portuaria de Pevek, en al ártico ruso, a más de 4 000 kilómetros de distancia (RT, 30/04/2018).
La planta atómica Akademik Lomonosov está equipada con dos reactores nucleares de propulsión naval modificados con capacidad conjunta de generación de 70 megawatts. El conjunto barcaza y planta nuclear tiene un desplazamiento de 21 500 toneladas y una tripulación de 69 marineros y técnicos. El costo total fue de seis millones de rublos, el equivalente a 232 millones de dólares (Wikipedia). Su nombre es un homenaje al gran científico ruso Mijaíl Lomonosov (1711-1865), un erudito que destacó en varios campos de la ciencia, en particular en la astronomía, la física, la química, la geología, la geografía y la lingüística.
Cuando entre en operación plena, en 2019, la planta deberá abastecer de electricidad a ciudades portuarias y plataformas petroleras del océano Ártico. Además de generar electricidad, la planta puede desalinizar hasta 240 mil metros de agua al día. Su vida útil está estimada en 35-40 años. La planta es un elemento fundamental para los planes del gobierno ruso de ampliar la ocupación demográfica y la explotación económica de los vastos territorios del Norte del país bañados por el Ártico. Pevek es su puerto de destino, y la ciudad es la más al Norte de toda Asia y su población actual no supera los 5 mil habitantes (Wikipedia).
Sin falta Greenpace reacciona
Era de esperarse que tratándose de una hazaña técnica de primer orden, el aparato ambientalista internacional no perdiera tiempo en señalar con el dedo la planta nuclear flotante. Así la ONG ambientalista más famosa del mundo, Greenpeace, rápidamente lanzó su navío al mar.
El 3 de mayo, cuando la nave de la planta nuclear entró en aguas territoriales de Dinamarca, en camino a Murmansk, el Beluga II de Greenpace entró en escena, pero sus intentos de cortar la ruta del convoy fueron impedido por navíos militares (Neftegaz.ru, 03/05/2018).
Todo indica que el navío de Greenpeace acompañará el convoy, pero es poco probable que los “guerrilleros verdes” se atrevan a ir hasta las aguas jurisdiccionales rusas, pues deben guardar los recuerdos del tratamiento nada amistoso dado por las autoridades del país a su última incursión naval en Rusia.
En agosto de 2013, el navío Artic Sunrise, que capitaneaba la campaña de dicha ONG contra la explotación petrolífera del Ártico, fue abordado por la Guardia Costera rusa cuando militantes intentaban escalar una plataforma de la empresa Gazprom en el mar de Pechora. El navío fue arrestado por algunos días, pero 28 militantes fueron detenidos durante tres meses, juzgados por piratería y expulsados del país.
Jan Haverkamp, especialista de la ONG para Europa Central y del Este, dijo a bordo del Beluga II:
“Esa planta eléctrica, esencialmente, lleva la amenaza de una catástrofe nuclear hasta las frágiles aguas del Ártico. Con su casco achatado y la falta de autopropulsión, es como equilibrar una planta nuclear en una paleta de madera y lanzarla a la deriva en una de las aguas más difíciles del mundo”.
Según él, los rompehielos y submarinos rusos tienen un registro histórico de accidentes que debería alarmar a las autoridades reguladoras nucleares. Por ello, vociferó:
“Instamos a la comunidad internacional a exigir a Rusia una evaluación total e independiente y la supervisión del transporte, de las pruebas y de la operación de esa planta nuclear flotante, es especial si se consideran las ambiciones de Rosatom de producir en masa esos desastres flotantes de ficción científica”. (Greenpeace, 03/05/2018).
Para reforzar la campaña, Greenpeace International publicó en su sitio una “cartilla” con cinco argumentos para justificar por qué una planta nuclear flotante en el Ártico es una enorme “monstruosidad” y una “pésima idea.” El texto está acompañado por una explosión del Akademik Lomonosov (Greenpeace, 02/05/2018).
La operación exitosa del Akademik Lomonosov será crucial para las expectativas de Rosatom en cuanto a la exportación de la nueva técnica. Según la empresa, varios países ya mostraron interés, entre ellas China, Argelia, Indonesia, Malasia y otros.