Macri, campeón de las políticas de mercado

 

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Cuando Mauricio Macri asumió la presidencia de Argentina en diciembre de 2015, publicamos una nota titulada: “Macri: entre Frondizi y el neoliberalismo”.

 

En la ocasión, reproducimos la evaluación del veterano economista nacionalista argentino Aldo Ferrer sobre el nuevo presidente, al respecto de los temores de un retorno al catastrófico ultra-liberalismo económico del régimen militar de 1976-83 y el del gobierno de Carlos Menem (1991-2001).

 

“Hay que esperar. Las circunstancias actuales son diferentes a las del período de la dictadura y del menemismo. Hay problemas críticos, pero el sistema no está en una crisis profunda. Esto no es 2001, ni 89, ni 83. En general, fue la mejor transición que yo recuerde”, aseveró al diario Página 12.

 

El optimismo de Ferrer se basaba en la llamada “recuperación de soberanía” sobre el proceso económico, un programa de cinco puntos que él presentó en un congreso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de Argentina (AEDA), en mayo de aquel año, señalando cinco puntos básicos. 1) reaparición del estado nacional en la economía; 2) reindustrialización;3) sustitución de importaciones; 4) “reargentinización” de la economía; y 5) pago de la deuda externa con un saldo manejable, abriendo la posibilidad de luchar por el restante de la deuda.

 

De nuestra parte, nos referimos a la admitida identificación y admiración de Macri por Aturo Frondizi (1958-1962), considerado por muchos el mejor presidente argentino de la Historia. Uno de los principales asesores de Macri, el economista Rogelio Frigerio es nieto y tiene el mismo nombre del que fuera ministro de Economía de Frondizi, y ocupa el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda. Entonces, anotamos:

 

“En esencia, Macri no parece ser el neoliberal absoluto promotor de una ‘orientación conservadora’, como dicen por ahí algunos análisis apresurados. Sobre su ídolo Frondizi, tiene la gran ventaja de no tener a las Fuerzas Armadas como virtuales árbitros del gobierno –al contrario, necesita recuperarlas, después de décadas de incuria de gobiernos anteriores. Si será capaz de promover una sinergia efectiva entre las fuerzas más dinámicas de la sociedad, será necesario esperar para ver, como lo afirmó Aldo Ferrer. Si lo consigue, será un ejemplo para los países sudamericanos, donde tales antagonismos están en ebullición –inclusive, en su gran vecino del Norte”, escribimos.

 

Pero Macri acabó siendo el campeón de las políticas de mercado, con una preocupación central en restituir plenamente los flujos financieros internacionales hacia el país, no crear problemas con los acreedores, contemporizar con los llamados “fondos buitres” que especularon hasta más no poder con los títulos de la deuda argentina, al mismo tiempo en que dejaba de lado cualquier semejanza con su ídolo Frondizi.

 

Por eso, la economía argentina volvió a quedar vulnerable a cualquier perturbación oriunda del eje financiero Reserva Federal-Wall Street como por ejemplo la reciente fuga de “inversiones” en dólares causada por las expectativas de los mercados de que la Reserva Federal pretenda elevar su tasa básica de interés más rápidamente, aumentada por la imposición de un impuesto del 5% sobre las ganancias de capital de los títulos argentinos denominados en pesos (Lebacs) en posesión de extranjeros.

 

A principios de mayo, después de quemar 4 300 millones de dólares de reservas en una semana, para intentar detener una fulminante devaluación del peso, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) decretó un aumento del 40% en los intereses básicos. Aún así, los mercados no se calmaron y la moneda cayó 5% en los días siguientes, llegando a un cambio récord de 23.5 por dólar. El día 8, el gobierno tiró la toalla y anunció la toma de un préstamo puente del Fondo Monetario Internacional (FMI), inicialmente estimado entre 20 mil y 30 mil millones de dólares –algo que no ocurría desde 2003.

 

Sin sorpresa, la popularidad de Macri se despeñó, solamente seis meses después de la victoria de la Coalición Cambiemos en las elecciones legislativas del año pasado. Una encuesta del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) reveló que menos del 40% de los entrevistados tiene una imagen positiva del Presidente, el nivel más bajo desde su asunción al gobierno. Igualmente, 77% reprobaron la decisión de recurrir al FMI, un anatema en Argentina, un recuerdo de los tenebrosos primeros años de la década pasada, cuando el país llegó a tener cuatro presidentes en un mes (Jornal do Brasil, 15 de mayo de 2018).

 

En un artículo publicado en el Jornal do Brasil el pasado 8 de mayo (“Lloro por ti, Argentina”), el economista Luiz Gonzaga Belluzo utilizó la crisis de los hermanos para resaltar la diferencia entre los países que dilapidaron sus finanzas y los que mantuvieron algún control sobre los flujos financieros:

 

“El economista argentino, profesor de la Universidad de Columbia, Guillermo Calvo declaró al periódico Clarín: ‘El sólo rumor que contamina el mercado acerca del atraso cambiario, induce a las personas y empresas a la liquidación de posiciones en títulos de la deuda pública (Lebacs) en pesos, desatando una corrida hacia el dólar’ En los últimos 40 años de la apertura de cuentas de capital, las crisis se multiplicaron en las llamadas economías emergentes. De México a Argentina, pasando por Asia y por Rusia –sin olvidar a Brasil- las economías se estrecharon acotadas por crisis cambiarias y financieras. (….)

 

“ Estudios recientes, como el de Gerard Epstein de la Universidad de Massachusetts demuestran lo siguiente: los países que mantuvieron control sobre los flujos de capital y sobre la tasa de cambio tuvieron mayor éxito en sus políticas macroeconómicas en los años 90 –Chile, Colombia, India, Singapur, Taiwán, Malasia, China- atravesaron las turbulencias de la finanza global exhibiendo mayores tasas de crecimiento, menor volatilidad del PIB, mejor desempeño fiscal y reducida vulnerabilidad en las cuentas externas (…)”

 

Por su parte en el Diario de Comercio del 8 de mayo pasado, el ex-presidente de la Federación de Industrias del estado de Minas Gerais (FIEMG), Stefan Salej menciona la crisis argentina para hacer una oportuna advertencia a los brasileños:

 

“(…) El capital, que viene alegre y en cantidad, de repente, salió del país con la misma alegría, como lo escribió el influyente New York Times. Por otra parte, recordando el caso brasileño, insistimos en que el capital solo viene y que no se va todavía más rápido cuando se siente en peligro. El Banco Central argentino quemó, para mantener la moneda en pie, más de 5 mil millones de dólares. Y ahí vienen las declaraciones tantas veces ya escuchadas por los inversionistas extranjeros de las autoridades argentinas, solamente cambian los nombres, pero no las frases, de que todo está en calma y resuelto.

 

“(…) La crisis cambiaria argentina golpea de frente con la recuperación de economía y, en especial, de la industria brasileña. Nuestro superávit comercial, básicamente de manufacturas, de 10 mil millones de dólares con Argentina, es resultado de la recuperación de la economía porteña. Y nuestra exportación de automóviles está principalmente destinada al país vecino. Como el 70% de los automóviles producidos en Argentina usan piezas importadas y la mayor parte de los automóviles es importada, la desvalorización de 30% de la moneda local tiene efectos inmediatos en el costo y en el precio de venta. En resumen, se acabó la alegría. Quedó otra vez el anhelo de una buena relación comercial.

 

“(…) Como somos también más de viento que de formación de una política exterior y comercial de largo plazo, acabamos aceptando este tipo de eventos como normales. Aparte, nos engañamos con superávits comerciales, inclusive con China, sin ningún fundamento sólido para una relación consistente a largo plazo. Estamos confundiendo balanza comercial con balance de pagos. En Brasil, también faltará el dólar en breve con la gestión y con la política de comercio exterior que hoy tenemos Y más, debido a la base exportadora restringida a pocas empresas, pocos productos y pocos mercados. El efecto vodka, yo seré usted mañana, podría repetirse sin saber cuándo y cómo”.

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