Mouris Salloum George*
En el seguimiento del último debate entre los candidatos a la presidencia de la República, dejando a un lado la baja calidad y las incriminaciones mutuas, nos llamó la atención una propuesta compartida por los cuatro contendientes.
A efecto de combatir la corrupción pública y eficientar los resultados de la administración, se propuso un proceso que lleve a plenitud los sistemas de digitalización de servicios y prestaciones desde el gobierno federal hasta los municipales.
En varias de las intervenciones, quedaron latentes dos iniciativas: 1) Ajustar el aparato burocrático y rebajar los ingresos que perciben los altos mandos del sector público.
Tecnocracia con Jolopo
La onda de la digitalización se puso a caballo desde que se creó la tecnocrática Secretaría de Programación y Presupuesto durante la gestión de López Portillo. De ahí salieron tres presidentes de la República.
Asumieron la idea algunos gobiernos de los estados. La retomó en 2000 el iluminado Vicente Fox con los resultados que todos conocemos.
Les tenemos noticias a los modernizadores cibernéticos: En espacio televisivo mexicano libre de spots, escuchamos hace unos días en voz de un científico extranjero una advertencia resumida en tres palabras: La obsolescencia contratada.
Según entendimos la explicación, los diseñadores y fabricantes de ingenios informáticos programan sus hallazgos a un tiempo limitado, a fin de mantener la expectativa a nuevos descubrimientos o inventos.
Queda claro, pues, que se trata de una cuestión de mercado. Lo que nos permite recordar que, sobre todo en los países industrializados, viejos pero sólidos corporativos han sido desplazados por no modernizar sus sistemas de formación de talentos y producción; u obligados a fusiones mediante prácticas hostiles de los competidores dominantes.
México ilustra bien esa dinámica: Históricas empresas que hasta la década de los ochenta eran modelos internacionales, han sido absorbidas por inversionistas extranjeros.
Solución en 15 minutos: “Los güevones a la calle”
Lo que los candidatos que proponen la digitalización de la administración pública, como en otras tantas fascinantes promesas, no explican cómo financiarán el alto costo presupuestal que implica la incesante oferta de nuevos productos y sus aplicaciones, que caducan a semanas de haber sido adquiridos por la aparición de nuevas tecnología de punta o ingenios de nueva generación.
Es lo que el experto consultado llama obsolescencia contratada. Los contratos se pagan o se finiquitan. No hay de otra.
México ha estado expuesto al voluntarismo personal de sus modernizadores: El resultado es que, a pesar del incremento de una productividad compulsiva que condiciona el aumento salarios, cada vez en el mapa globalizado la economía mexicana pierde sitios en el renglón de competitividad.
En el centro de ese proceso de sistematización digital, está el aspecto humano. Del sector público nacional dependen casi tres millones de familias. Uno de los candidatos debatientes resolverá el problema en 15 minutos: A la calle los güevones. Y se quedó tan campante.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
Foto: Crisol Plural