Las plataformas tecnológicas han dado mucho que hablar. Cuando se hace referencia a las plataformas tecnológicas, se tiende a designar a las que usan Internet en las asociaciones entre proveedores y clientes. En muchos casos, esto es intuitivo: Alibaba conecta a los compradores de productos con los vendedores; Airbnb pone en contacto a los propietarios con aquellos que desean alquilar y Uber relaciona a los conductores con las personas que necesitan transporte.
Todos estos ejemplos hacen referencia a activos físicos, pero lo mismo puede ser aplicable en el caso del contenido. Las búsquedas en Google, por ejemplo, indexan páginas web individuales para permitir su acceso en un mismo lugar, mientras que Facebook permite publicar fotos, vídeos y otras formas de contenido, y descubrir las publicaciones de otros a través de un canal personalizado. Lo que define una plataforma tecnológica es cómo se sitúa el suministro, la distribución y el usuario final en un mismo lugar.
Todas las plataformas están basadas en la inteligencia artificial (IA) como tecnología que conecta la oferta y la demanda. Esta afirmación es del todo cierta en la economía creativa, la parte de la sociedad donde los empleos dependen de habilidades no repetitivas basadas en el conocimiento y abarcan estrategias creativas, desde la música, el cine y la televisión hasta el juego, la publicidad, el arte y la moda.
El uso de la IA en la economía creativa se ha traducido en un sinfín de apasionantes avances en la producción, distribución y consumo de contenido. Algunos ejemplos se describen en un nuevo informe de un proyecto de investigación conjunta entre el Foro Económico Mundial y McKinsey and Company. Los avances incluyen el uso de la IA para casar mejor el contenido con el público, ya que los algoritmos aprenden y clasifican las preferencias de un usuario al objeto de recomendar contenido. En otros ámbitos, la IA se utiliza para realizar tareas excesivamente difíciles para los humanos y para la creación de contenido original, como sonidos instrumentales que los humanos nunca antes habían escuchado o guiones para películas y novelas.
Si bien la AI presenta un gran potencial para la economía creativa, muchas de las salidas creativas que ofrece se encauzan con frecuencia a través de plataformas tecnológicas, un proceso que redefine la relación entre creadores, editores y empresas tecnológicas. A medida que convergen las plataformas y las economías creativas, crean un nuevo entorno en el que las plataformas ejercen una enorme influencia en nuestros regímenes de información y entretenimiento. Esto plantea cuestiones difíciles en materia de gobernanza que deben ser abordadas por las múltiples partes interesadas.
Estos son algunos de los hallazgos más importantes del estudio:
Las plataformas se dan a la tarea de ejercer una influencia significativa en la naturaleza editorial del contenido creativo: esto afecta los tipos de contenido que surgen mientras las empresas proporcionan incentivos, tanto en forma de dinero como de asesoramiento, para incitar a los editores a crear un contenido que funcione bien en sus plataformas. Los algoritmos garantizan que determinados formatos determinados por las plataformas se prioricen en las búsquedas y canales de consumidores.
Las plataformas tecnológicas obtienen los beneficios financieros del contenido creativo: las plataformas tecnológicas son las principales fuentes de referencia para los editores online. Cinco empresas obtienen casi el 80% de los ingresos mundiales por publicidad móvil y, según algunas estimaciones, casi el 90% del crecimiento se destina únicamente a dos empresas: Google y Facebook.
Los editores tienen menos responsabilidad por los contenidos perjudiciales, pero no está claro quién es ahora responsable: las plataformas han respaldado iniciativas que abordan la alfabetización mediática y proporcionan recursos para que las empresas de noticias de calidad desarrollen un mejor contenido. Han intentado priorizar el contenido de familiares y amigos sobre el de empresas, marcas y medios. Sin embargo, el contenido perjudicial ha perseverado, minando la confianza.
Los avances positivos implícitos en la IA son la transformación de las cadenas de valor en la economía creativa, pero también hay efectos negativos. Las plataformas tecnológicas han sido esenciales en la configuración del entorno creativo online y hoy en día son cuestionadas cuando sus herramientas se utilizan maliciosamente, para exacerbar el problema de las “noticias falsas”, por ejemplo. Si bien este problema no se inició a raíz de la IA, el uso de la tecnología ha permitido la creación y distribución de desinformación y ha aumentado su alcance. Mientras las plataformas lidian con este problema, surgen interrogantes sobre cómo gobernar la IA, incluso cuando desafían los límites de lo que se puede alcanzar.
Si la economía creativa tiene la intención de beneficiar a la sociedad, la economía de la plataforma tendrá que reequilibrarse para adaptarse a lo más adecuado para la sociedad. A medida que crece la capacidad de la tecnología para informar y conformar la opinión pública, también aumentan los riesgos potenciales de opacidad en el modo en que las plataformas toman decisiones. Existe un debate continuo sobre lo que se debe hacer para abordar los desafíos actuales de la información; la manera de responder a esta conversación por parte de las plataformas influirá considerablemente en el resultado.
El informe, Creative Disruption: The Impact of Emerging Technologies on the Creative Economy, (Disrupción creativa: el impacto de las tecnologías emergentes en la economía creativa), está disponible aquí. Fuente: www.weforum.org/