La deuda que posee el planeta con Alan Turing es invaluable. No sólo porque, gracias a él, el gobierno de Estados Unidos decifró el código de la máquina Enigma, que permitió a los aliados anticipar los ataques y movimientos de los militares nazis durante la Segunda Guerra Mundial; sino también porque es considerado uno de los padres de la computación, y el creador del concepto de la “Máquina de computación lógica”.
De acuerdo con el libro Los innovadores de Walter Isaac son:
“La ‘máquina de computación lógica’ que concibió (como experimento mental, no como una verdadera máquina que hubiera que construir) era bastante sencilla a primera vista, pero en teoría podía manejar cualquier cómputo matemático. Consistía en una extensión ilimitada de ganda perforada que contenía símbolos dentro de cuadros; en el ejemplo binario más sencillo, estos símbolos podían ser simplemente un 1 y un espacio en blanco. La máquina podía leer los símbolos de la cinta y realizar ciertas acciones basándose en una “tabla de instrucciones que se le había dado previamente”.
Este es uno de los principios básicos de la computación, y el trabajo que realizó Turing con tan sólo 24 años hizo que su nombre quedara asociado a “uno de los conceptos más importantes de la era digital”. Sin embargo, esto no fue suficiente para impedir que Turing fuera relegado de la historia de la computación durante años por una simple y sencilla razón: su homosexualidad.
Castración y reclusión
Esta historia puede que sea ahora conocida, gracias a la película The Imitation Game, la cual fue protagonizada por un excelente Benedict Cumberbatch. Sin embargo, la cinta presenta una visión un tanto romántica de los hechos. Las cosas sucedieron de una manera más oscura y terrible.
En 1952 Arnold Murray, amante de Alan Turing, permitió que un cómplice entrara a robar a casa del científico. Turing acudió a la policía para denunciar el delito. La policía comenzó a investigar el asunto. En algún momento de la investigación, Turing tuvo que reconocer su homosexualidad, así como su relación con Murray, y entonces las cosas cambiaron.
Al héroe de la guerra se le imputaron cargos de “indecencia grave y perversión sexual”. Hay que considerar que era 1952, y que en aquella época ser homosexual era un delito en Reino Unido.
Lleno de convicción, Turing decidió que no tenía por qué disculparse ni negar su homosexualidad (algo que probablemente habría atenuado el castigo), y entonces fue condenado. Turing, deprimido, tuvo que elegir entre ir a la cárcel o someterse a una castración química a través de un tratamiento hormonal, que tenía como fin la reducción de su libido.
Dice la Wikipedia:
“A diferencia de la castración quirúrgica (cuando se eliminan los testículos o los ovarios), en la castración química no se ocasiona un cambio físico permanente en el cuerpo, ya que no es una forma de esterilización, sino que se administran diferentes medicamentos, por ejemplo Depo Provera. La Depo Provera es un progestágeno aprobado por la FDA para el control de la natalidad, que sofoca la conducta sexual de los delincuentes sexuales por medio de la reducción de los niveles de testosterona en los hombres al disminuir los niveles de andrógenos en el torrente sanguíneo. Esto, en teoría, reduce las fantasías sexuales compulsivas de algunos tipos de delincuentes sexuales. Los efectos secundarios de la droga han sido raros y se cree que son totalmente reversibles con la interrupción del tratamiento”.
Alan Turing optó por las inyecciones de estrógenos, y las recibió puntualmente durante un año. El “tratamiento” le provocaron diversas alteraciones físicas. Le salieron pechos, aumentó de peso y padeció disfunción eréctil.
Turing falleció dos años después del juicio, en 1954, luego de ingerir cianuro colocado en una manzana. Algunas hipótesis consideran que fue un asesinato, aunque la versión más extendidas es que el propio Alan decidió quitarse la vida. Fuente: Código Espagueti