Resuelve un problema y serás feliz. Ese sería probablemente la premisa general en Silicon Valley, donde emprendedores y desarrolladores deberían quizás escuchar a quien defiende otra teoría. El filósofo Andrew Taggart de hecho asegura que entrar en ese círculo lleva a la miseria.
Precisamente eso es lo que quiere tratar de ayudar a solucionar, y parece que en Silicon Valley ese formato de “filosofía práctica” está comenzando a popularizarse. El objetivo es salir de esa dinámica de encontrar problemas para resolverlos, y hacerlo con algo importante: preguntas adecuadas.
La “filosofía práctica” replantea la realidad de Silicon Valley
Esta corriente de pensamiento se encuentra empezando a calar hondo entre algunos de los grandes emprendedores y directivos de empresas tecnológicas de los últimos tiempos. Peter Thiel, Marissa Mayer, Reid Hoffman o Mike Krieger se han graduado en los últimos años en un programa llamado “Symbolic Systems” desarrollado por la Universidad de Stanford y muy centrado en la relevancia de la filosofía en ámbitos típicamente tecnológicos.
No constituyen los únicos: Paul Graham —fundador de la conocida firma de inversión Y Combinator— estudió filosofía durante su etapa universitaria, y cree que “la mayoría de filósofos actuales están perdiendo el tiempo”, además de destacar que lo que se necesita es una “filosofía útil” con la que ayudar a mejorar este mundo.
El problema es que el proceso puede llegar tedioso.
El estoicismo como potencial corriente filosófica renovada
Ese avance de la filosofía práctica tiene un reto importante que superar en Silicon Valley, donde algunos autores han querido aprovechar este concepto para escribir libros que otros han calificado como “mala psicología pop para triunfadores arrogantes”. Corrientes como el estoicismo —que trata de definir qué es lo que cuenta para llevar una buena vida— son especialmente populares entre quienes buscan esa utilidad práctica de la filosofía.
Corrientes como el estoicismo —que trata de definir qué es lo que cuenta para llevar una buena vida— son especialmente populares entre quienes buscan esa utilidad práctica de la filosofía
Para Taggart y otros filósofos que tratan de demostrar que este tipo de proceso puede ser muy útil en Silicon Valley, esos emprendedores, ingenieros o desarrolladores deberían repensar su definición de éxito. Bill Irvine, profesor de filosofía en la Wright State University y autor de dos libros con el estoicismo como fondo, explicaba que los estoicos fueron los primeros psicólogos, y se centraban en aquello que realmente importaba.
Puede que eso sea lo que necesiten los emprendedores y directivos de Silicon Valley. Resolver problemas que realmente importan. Incluidos los suyos, claro.