Mouris Salloum George*
En el historial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF),seguramente la sentencia más controvertida fue la de 2006, que dio la banda presidencial a Felipe Calderón Hinojosa con una diferencia de sólo 0.56 por ciento de la votación válida, contra Andrés Manuel López Obrador.
El hecho de que la instancia jurisdiccional haya decidido por unanimidad, se prestó a que analistas del proceso, con profundo dominio de la cultura jurídica, hayan afirmado que los magistrados de entonces pusieron la razón política por encima de la razón legal.
En elecciones presidenciales anteriores, el pleno de la Sala Superior del TEPJF dictó su veredicto partiendo del criterio y los argumentos de un magistrado ponente. En esta ocasión, se cambió el método y se propuso que la revisión de los resultados y la sentencia se fundaran en un trabajo colegiado de los siete magistrados.
Como sea, desde el punto de vista de la aplastante diferencia entre el primero y el segundo lugares en la votación, y la reacción pública ante el desenlace cuantitativo, se despejó cualquier sospecha de imparcialidad de la instancia cuyas decisiones son definitivas e inatacables.
Dejamos para los escépticos la especulación sobre qué hubiera sucedido si el tabasqueño no porfía tres veces en su lucha por la Presidencia de México. Mañana, según agenda, en sesión solemne de la Sala Superior del TEPJF se entregará el certificado a López Obrador.
López Obrador será pues, Presidente electo. La jura de la Carta fundamental ante Sesión de Congreso el 1 de diciembre próximo lo investirá como Presidente Constitucional. Doce semanas le hacen falta al recorrido de 2018. Un interregno plagado de aciagas circunstancias.
Primera consulta en materia de Seguridad Pública
López Obrador dedicó las horas previas a enfrentar uno de los retos más excitantes de su futura gestión: En Ciudad Juárez, atendió la primera consulta regional en materia de Seguridad Pública.
No puede ser más significativa la selección de la sede para ese evento. Históricamente, Chihuahua alcanzó fama internacional por Las muertas de Juárez.
En 2018, Chihuahua está en la punta en la estadística nacional de muertes violentas. Apenas la semana pasada, el horror sacudió a la sociedad: Once de 30 asesinados lo fueron estrangulados en racimo con un cordón de plástico.
Lo que está en el centro del calendario de consultas sobre esa asignatura, es un clamor social que estremece al país: ¡Seguridad sin guerra!
Es la exigencia nacional desde que Calderón declaró arbitrariamente su guerra contra el crimen organizado, tratando de legitimar su arribo a Los Pinos.
Aberración: Acometer una guerra sin estrategia
Desde el mismo diciembre de 2006, especialistas en Fuerzas Armadas y en Seguridad Nacional cuestionaron la temeraria decisión del michoacano, señalando que la campaña se inició sin trabajo de Inteligencia previo, que dejó un vacío a toda pretensión de estrategia.
Casi al final de su mandato, Calderón fue interpelado por un representante de la sociedad civil agraviado en carne propia: ¡Si no pueden, renuncien!
El modelo de combate al crimen organizado fue adoptado, sin cambios sustanciales, por Enrique Peña Nieto quien, en su toma de posesión el 1 de diciembre de 2012, prometió a los mexicanos Un México en paz.
Horroriza la estadística de doce años de guerra sin gloria. López Obrador tiene, entre sus iniciativas prioritarias, restituir la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), lo que implica sacar de la Secretaría de Gobernación esa área, asociada al imperativo de Seguridad Nacional, coordinado hasta ahora por el titular de esa dependencia. Para la SSP está nominado un civil.
Sin definiciones el papel de las Fuerzas Armadas
¿Qué entraña el clamor social de ¡Seguridad sin guerra!? Entraña, en primera lectura, discernir qué papel jugarán en la política de pacificación las fuerzas armadas, empinadas irresponsablemente por su Comandante Supremo a hacer tareas cuya responsabilidad constitucional corresponde a la autoridad civil.
Están pendientes aún los nombramientos de los titulares de la Defensa Nacional y de la Marina Armada de México. En tanto no conozcamos las designaciones y el diseño, ahora sí, de una estrategia, preferimos dejar entre corchetes la respuesta a la anterior pregunta.
Lo que podemos asegurar es que ¡urgen! definiciones. Ha sido mucha la sangre derramada e incontable el número de víctimas como para seguir dándoles largas al ingente proceso de pacificación.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.