A principios de julio, la canciller alemana, Angela Merkel, recibió al primer ministro chino, Li Keqiang, quien viajo a Berlín al frente de una gran delegación para asistir a la quinta ronda de consultas entre los dos gobiernos. La reunión tuvo por resultado la firma de varios acuerdos, en particular iniciativas de cooperación en los sectores agrícola y de educación y de la innovación, y cuestiones climáticas. Li y Merkel rechazaron la política de tarifas punitivas del presidente estadounidense, Donald Trump, y subrayaron la necesidad de una “sistema multilateral de comercio fundado en reglas.” Solamente “en armonía pueden florecer los negocios,” dijo Li, en tanto que Merkel advertía que la imposición de aranceles punitivos entre Estados Unidos y China también afectaría a los negocios alemanes. “Estamos interesados en un comercio no problemático,” afirmó.
Merkel señaló la apertura del mercado financiero chino y el relajamiento de las restricciones relativas a las inversiones extranjeras. Como ejemplo mencionó el ejemplo de la gigante alemana de la química BASF, que firmó recientemente una declaración de intención con el gobierno de la provincia de Guangdong para la construcción de una segunda planta productiva, con inversiones de ahora a 2030 de 10 mil millones de dólares. La empresa, que cuenta con 20 000 empleados en China, invertirá por primera vez sin un socio chino.
La empresa china CATL (Contemporary Amperex Technology) producirá baterías para automóviles en Alemania, la BMW es cliente interesado. Las inversiones serán de 240 mil millones de euros y la producción, que llegará a las 280 mil unidades al año, habrá de comenzar en 2021. Siemens estableció una sociedad con la Alibaba Cloud para la creación de una Internet de las Cosas (IoT) industrial y pretende un cooperación con la State Power Investment Corporation (SPIC), para la fabricación de turbinas de gas con técnica alemana.
Reunión cumbre EU-China
Luego de las consultas chino-alemanas, el 16 de julio se realizó en Pekín la vigésima reunión cumbre Unión Europea-China. La declaración conjunta subrayó los resultados positivos alcanzados en el campo político, económico, comercial, cultural, además de destacar la importancia de encontrar una solución pacífica para la península de Corea, la conservación del acuerdo nuclear con Irán y la construcción de la paz en Siria. También se mencionó la intención de ampliar la cooperación entre la Iniciativa Cinturón y Ruta y las involucradas en el Plan de Inversiones y en las redes de transporte de la UE.
Sin embargo, a pesar del buen ambiente, el Ministerio de Economía de Alemania frenó temporalmente la compra de la fábrica de máquinas-herramienta Leifeld Metal Spinning por el grupo inversionista chino Yantai Taihai. Esta es la primera vez que el gobierno alemán interviene para impedir la transferencia de una empresa de tecnología a los chinos, por ser un sector sensible. También se detuvo la venta de una participación de 20 por ciento de la operadora de líneas de trasmisión 50 Hertz a la empresa china State Grid, la cual fue comprada finalmente por el banco de fomento estatal KfW. La 50 Hertz la controla la empresa belga Elia y el impedimento de la venta pertenecía a un fondo de inversión australiano, que quería vender sus acciones.
En términos legales, el gobierno puede tomar tales iniciativas si considera que la venta de una empresa puede representar un riesgo para la “seguridad y el orden público.”
Cinturón y Ruta
Lo que está en juego en términos geopolíticos y económicos se analiza en el libro “La nueva ruta de la seda de China: cooperación en lugar de aislamiento –el cambio de papeles en el comercio mundial” (Chinas neue Seidenstrasse: Kooperation statt Isolation –Der Rollentausch im Welthandel), de los economistas Wolf Hartmann, Wolfgang Maening y Run Wang, publicado a finales del año pasado.
Además de hacer un relato detallado sobre los proyectos ya iniciados por China, el libro deja claro que el rápido crecimiento de China determinará las perspectivas de la economía mundial y, por lo tanto, sería mejor que la UE y los demás países del mundo cooperasen con la iniciativa china, en lugar de permanecer impotentes al margen de ella. China ya no es el país que atiborra con productos baratos y mano de obra los mercados, sino una de las economías que más crecen en el mundo. El plan quinquenal chino para el periodo que termina en 2020 contempla la reestructuración de 111 empresas estatales centrales y de 150 mil empresas regionales y locales. Por si fuera poco, el desarrollo al lado de Rusia de un modelo mutuamente benéfico de cooperación y la “Nueva Ruta de la Seda” constituye un elemento central en esta nueva orientación.
La idea de una nueva ruta de la seda, en la tradición de la antigua, tiene la intención de “vincular los dos continentes, Asia y Europa, de una manera moderna,” afirman los autores. Esto significa “carreteras modernas, redes ferroviarias, autopistas, líneas de navegación, puertos, aeropuertos, corredores industriales, redes de energía y de comunicación,” pero también la promoción de la competencia pacífica entre los participantes, así como la cooperación cultural.
Según los autores, el liderato de Pequín quiere una cooperación económica más estrecha con sus vecinos, que se extendería también a África y al Medio Oriente, lo que, evidentemente, contempla la intención de asegurar el abastecimiento de petróleo, gas natural y otras materias primas importantes. Pequín, en mayo de 2017, fue la sede del Foro Cinturón y Ruta para la Cooperación Internacional, con la participación de 29 jefes de Estado, entre los más de 1 500 participantes de 150 países. Estuvieron presentes, entre otros, Vladimir Putin, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, el presidente del Banco Mundial, Jim Jong Kim, y la presidente del Fondo Monetario Internacional 8FMI) Christine Lagarde.
Corredores de fomento
Además de la Iniciativa Cinturón y Ruta, China lanza impresionantes iniciativas financieras, en las que no sólo ha seleccionado la ciudad de Frankfurt como el centro internacional de su moneda, el renminbi, sino que fundó el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), que, además del Banco Asiático de Fomento (el “banco de los BRICS”), son elementos claves para el financiamiento de los futuros megaproyectos de la “Nueva Ruta de la Seda.” El AIIB fue fundado en 2015 y tiene 57 participantes, entre ellos Francia, Italia, Alemania y otros países europeos, para contrariedad de Estados Unidos, que lo rechazan. El AIIB ya financió desde 2016 más de una docena de megaproyectos. El libro da una idea de la dimensión de la Iniciativa, al describir cinco corredores terrestres: China-Mongolia-Rusia; China-Asia Central y Occidental; China-península de Indochina; China-Paquistán; Bangladesh-China-India-Birmania y el nuevo puente terrestre euroasiático.
Los corredores parten de la modernización y de nuevas inversiones en redes ferroviarias y carreteras. Un ejemplo es el corredor China-Mongolia-Rusia, proyecto de 50 mil millones de dólares, que incluye casi 1 000 kilómetros de una autopista de alta velocidad entre China y Rusia, un ferrocarril electrificado de 1 100 kilómetros de extensión, la modernización de la red ferroviaria de Mongolia y la construcción de nuevos oleoductos y gasoductos. Además de Rusia y de Mongolia, los cinco países centroasiáticos –Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- se integrarán en el futuro.
La extensión total de los proyectos desafía la imaginación, pues alcanza nada menos que 57 países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), de Europa Central y Oriental, de Medio Oriente y del Norte de África, del Sur y del Sureste de Asia.
No se debe pasar por alto que desde 2012 ya existe una circulación regular de trenes entre Chongqing, China y Duisburg, Alemania, trayecto recorrido en 12 días. Es claro que un vasto volumen de recursos es necesario para realizar todas esas iniciativas. Se debe tener un cuenta que China ha invertido fuertemente en América Latina, en Paquistán (con el puerto de aguas profundas de Gwadar) que maneja parte de la terminal Euromax del puerto de Rotterdam, donde tiene 46 terminales de contenedores.