Mouris Salloum George*
Si el poder público es para servirse y no para servir, ¿vale socialmente aspirarlo?
Por lo demás, el Eclesiastés desnuda al ser humano: Vanidad, vanidad, todo es vanidad: “No hay nada nuevo bajo el sol”.
Cuando el sistema métrico sexenal mexicano toca la hora fatal, su primera víctima es la frivolidad.
Son estos días brumosos de septiembre en que se escucha en México el postrero Canto del cisne. Lo acompaña el son del mariachi, que lo ameniza con Las Golondrinas.
Algunos apuntes sobre la Tragedia mexiquense
Si se trata de “seguir contando”, nos anima contar la Tragedia mexiquense. En esta relatoría, una figura superviviente es la de don Adolfo López Mateos. No por ser olvidada en este sexenio, su memoria está menos viva. Para bien.
Los cronistas de la época nos platicaban que, si bien afectado en su salud física, hacia fines de su mandato el Presidente gozaba de una gran vitalidad espiritual.
Don Adolfo, conocido coloquialmente como El joven, tuvo en su gabinete al mexiquense Alfredo del Mazo Vélez. Balance productivo el de su gestión, no aprovechó ni paisanaje ni amistad para pretender la sucesión en Palacio Nacional.
Un político pobre, es un pobre político
Si lo hizo en cambio quien patentó la máxima, un político pobre, es un pobre político. El sonriente profesor, Carlos Hank González trató de aprovechar como plataforma la regencia del Distrito Federal para dar el salto a Los Pinos, después de haber pasado antes por la gobernación del estado de México.
Gastó millones de pesos en su precampaña 82 para el 82: La reforma del artículo correspondiente en la Constitución federal para conquistar la candidatura presidencial del PRI a fin de relevar a José López Portillo. Se quedó a la vera del camino.
Al ataque se lanzó después desde el Palacio de Toluca el hijo de Del Mazo Vélez: Alfredo del Mazo González, el hermano que nunca tuve, dijo el presidente Miguel de la Madrid. También se quedó “chiflando en la loma”.
En su turno, el ex gobernador mexiquense y secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor se sintió con cuerpo de torero: Resultó corneado en la Matanza de Acteal en diciembre de 1997. “Adiós, Nicanor, adiós”.
La operación de Arturo Montiel Rojas
Sin los tamaños de los ex secretarios de gabinete presidencial citados, Arturo Montiel Rojas, apodado por Porfirio Muñoz Ledo el caballo que ríe, pretendió la hazaña que no lograron sus antecesores.
Para ese objetivo, Montiel Rojas se forró de billetes, formó su “partido dentro del partido” y conspiró contra su religionario, el tabasqueño Roberto Madrazo Pintado: Aspirante y candidato quedaron ambos en la lona en 2006.
Montiel Rojas hizo, no obstante, un ejercicio de transferencia de sus fallidas aspiraciones. En su gabinete tuvo como secretario de Administración a un sobrino: Enrique Peña Nieto. Le endosó el cargo.
Desde Palacio de Toluca, el Grupo Mexiquense, sustituto del de Atlacomulco, de donde es nativo Peña Nieto, armó una cara estrategia de mercadotecnia. En 2012 se cumplió el sueño no logrado por los otros cuatro suspirantes.
Al retorno le faltó estructura orgánica y líder
Peña Nieto, sin embargo, llegó a Los Pinos como producto de un PRI sin priismo. El membrete se desdibujó al correr del sexenio: Se hizo harakiri contratando como externo al ex secretario de Hacienda, el híbrido José Antonio Meade Kuribreña: Le quedó grande la yegua.
El priismo sin PRI recobró el aliento en 2018: Un trabuco de ex priistas hicieron la chica después de dos intentonas frustradas.
El poder presidencial está a punto de volver a Palacio Nacional. Hemos visto en estas semanas que ya está con un pie adentro.
Resulta melodramático hablar de responsos, el ritual a los difuntos. Lo dejamos en el Canto del cisne, suena más poético.
El antiguo Libro dice que, vanidad, vanidad: Todo es vanidad. “No hay nada nuevo bajo el sol”. ¡Muerto el rey, viva el rey!
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.