A partir del terremoto del 19 de septiembre de 2017 varios mitos han rondado la web, uno de los más comunes es que el noveno mes del año es predilecto para los movimientos telúricos.
Luis Quintanar Robles, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, ayudó a responder algunas de estas preguntas.
¿Tiembla más en septiembre?
Según las estadísticas de sismicidad a lo largo del año, se identifica que en el mes de septiembre no aumenta la sismicidad. De hecho, estos fenómenos son más constantes cuando ocurre un sismo de mayor magnitud porque se dan varias réplicas.
¿Está temblando más seguido?
El investigador aseguró que los sismos ocurren a lo largo de todo el año y son frecuentes. “Actualmente, se reporta mayor sismicidad porque tenemos más capacidad de detección”, y por esta razón, las personas piensan que ocurren con mayor frecuencia.
De hecho, el Servicio Sismológico Nacional cuenta con una red sísmica que está dentro del Valle de México. Este sistema consta de 30 estaciones distribuidas a lo largo y ancho de la Ciudad de México.
¿Esperamos un sismo de mayor intensidad?
Esto es incluso aún tema de debate entre los investigadores.
Los doctores de la UNAM Víctor Manuel Cruz Atienza, del Departamento de Sismología Instituto de Geofísica, Shri Krishna Singh, Sismólogo y profesor Emérito Instituto de Geofísica, y Mario Ordaz Schroeder, Coordinación de Ingeniería Sismológica Instituto de Ingeniería, explicaron en un documento -liberado hace un año- que es muy probable que se presenten movimientos de mayores magnitudes.
“Bajo las costas del estado de Guerrero, por ejemplo, existe una brecha sísmica (i.e. segmento donde no ha ocurrido un terremoto significativo en más de 60 años) de 250 km de longitud en dónde podría ocurrir un sismo de magnitud superior a 8”.
Agregaron que “estimaciones hechas por sismólogos de la UNAM sugieren que, si este sismo ocurriera en un futuro, las aceleraciones del suelo blando en la Ciudad de México podrían ser, bajo ciertas condiciones, mayores que las del sismo reciente de magnitud 7.1, y de 2 a 3 veces mayores que las de 1985 en particular para edificios de más de 10 pisos. La duración del movimiento del suelo sería mayor que las experimentadas en 2017 (alrededor de 3 minutos en su fase intensa).”
No obstante, el 17 de julio de 2018, Luca Ferrari, investigador del CGeo de la UNAM, en Juriquilla, Querétaro, explicó que dichas estimaciones podrían ser erróneas.
“La idea de que el siguiente gran sismo que afectará a la Ciudad de México puede provenir de la Brecha de Guerrero está presente desde hace más de tres décadas, pero recientes estudios podrían explicar por qué no se ha producido hasta ahora”, explicó en un comunicado.
¿Por qué? Ferrari explicó que descubrieron que entre la placa Norteamericana y la de Cocos hay un tipo de roca que incrementa la presión de fluidos, como el agua.
Pero “cuando la placa de Cocos se subduce (entra abajo) a la Norteamericana libera fluidos que quedan atrapados, generando menor fricción, como si se tratara de un lubricante, lo que evita que se acumule la suficiente energía como para que haya un terremoto grande”, puntualizó.
Esto, posiblemente, da lugar a los ‘sismos lentos’ (descubiertos a partir del uso del Sistema de Posicionamiento Global): en lugar de moverse las dos placas en decenas de segundos, el desplazamiento dura de uno a seis meses, por lo que casi no se perciben.
“Esto no implica que no llegará un terremoto a la Ciudad de México, puede venir de Oaxaca, Michoacán o de una zona fuera de la Brecha. Si se generara un sismo similar al de 1985 en la Brecha sería terrible, porque está justo al sur de nuestra urbe”, enfatizó el investigador.