Martin Wolf “salvando” al liberalismo con un disfraz humanista

 

MSIA INFORMA

Después de las quejas de la revista inglesa The Economist con respecto al desgaste global del liberalismo económico, defendido por esta desde su fundación hace 175 años, otro vocero de la libertad de mercado muestra su preocupación. Nos referimos al editor del periódico Financial Times, Martin Wolf en su columna titulada “Salvando la democracia liberal de los extremos” publicada la semana pasada.

Primero un halago a la nueva estrella del orden liberal, Yascha Mounk: “En un reciente libro, y en un artículo anterior, Yascha Mounk de la Universidad de Harvard, argumenta que tanto el ‘el liberalismo no democrático’ como la “democracia no liberal’, amenazan a la democracia liberal. Sobre la primera, la democracia es débil por demás: los vínculos sociales y la seguridad económica se sacrifican en el altar de la libertad individual. Bajo esta última, el liberalismo es demasiado débil: el poder está capturado por demagogos gobernando en nombre de una mayoría rabiosa o, por lo menos, de una minoría de buen tamaño, convencida de constituir ‘la verdadera población’. El liberalismo no democrático acaba en el dominio de la élite. La democracia no liberal acaba en dominio autocrático.

Mounk, es uno de los jóvenes talentos (36 años) promovidos por el Establishment, anglo-americano en el esfuerzo de promover algún tipo de cambios dentro del sistema oligárquico, capaz de cohibir el ascenso de líderes “populistas” críticos del sistema, pero sin amenazar su estabilidad. Profesor de teoría política de Harvard, es considerado una de las estrellas en ascenso en la tradicional universidad y es investigador del German Marshall Fund, uno de los principales centros de formación de pensamiento y formulación de políticas del eje transatlántico. Este año, lanzó el libro The People vs Democracy: Why Our Freedom is in Danger & como Save it (El pueblo versus la democracia. Porque se encuentra en peligro nuestra libertad y como salvarla; Harvard University Press, 2018). No obstante, no deja de apuntar el dedo hacia una de las principales causas de las críticas a la democracia liberal, como esta se presenta: el hecho de que haya beneficiado solamente a minorías situadas en lo alto de las pirámides socioeconómicas.

 

Desinflar las tendencias populistas

Un ejemplo, es la siguiente parte de una entrevista de Monk a The Economist el pasado 21 de agosto:

Economist.- ¿En cuanto al rebrote populista, es resultado de la desigualdad económica y de los ingresos estancados para el 99%? Si arreglamos esto, ¿las tendencias populistas se desinflarán –o hay más en juego que la economía?

Mounk.- Los populistas están en ascenso en virtualmente todas las democracias liberales en todo el mundo y ya desde hace un largo tiempo. Entonces, necesitamos prestar atención en las razones estructurales y transfronterizas de su éxito.

Estas incluyen el avance del internet y las redes sociales, las cuales facilitan a los de fuera desafiar a las elites en el poder, sí como una rebelión de segmentos de la población contra el surgimiento de sociedades crecientemente multiétnicas. Pero también incluye el notable estancamiento de los niveles de vida de los ciudadanos comunes que muchos países, como los EUA han experimentado en las últimas décadas. Devolver a las personas un sentido de optimismo sobre el futuro económico de ellas -y de su país- no concertará todo, pero sería un gran paso en el rumbo de la reconstrucción de confianza en la capacidad de la democracia liberal para entregar beneficios tangibles para los ciudadanos comunes.

 

Wolf parece concordar en la conclusión de su artículo:

“Pero no podemos simplemente ignorar las presiones. Es imposible para las democracias ignorar la rabia y la ansiedad generalizadas de la opinión pública. Las élites deben promover un poco menos el liberalismo, mostrar un poco más de respeto por los vínculos que ligan a los ciudadanos entre sí y pagar más impuestos. La alternativa de permitir que una gran parte de la población se sienta desheredada es demasiado peligrosa. ¿Será qué un desequilibrio de ese género es concebible? Esa es la gran pregunta”

La cuestión clave es que la única reforma posible para un sistema epítome de las “estructuras de pecado social”, sembrando injusticias, favoreciendo conflictos por el control de recursos, aumentando las desigualdades, y en el campo cultural la destrucción de la dignidad del hombre, es su substitución por un sistema compatible con la grandeza de las naciones. El liberalismo y su componente filosófico, el utilitarismo, ha demostrado históricamente que no responde a esas grandes metas.

Cartón: fernandonogueiracosta.wordpress.com

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