Las multireconocidas Whiplash y La la land, son ejemplo de la enorme capacidad de Damien Chazelle para hacer filmes que reinterpretan los géneros sorprendiendo al público con efectivas bocanadas de aire fresco, manteniéndose dentro de los lineamientos que suelen gustarle a la academia norteamericana.
Es por ello que el volverse tan rápido uno de sus consentidos y estar al frente de la producción sobre un episodio tan norteamericano como el del más legendario logro de la exploración espacial (El Primer Hombre en la Luna), contando con su usual cómplice Ryan Gosling al frente del reparto, parece natural y hasta obvia.
Mucho menos está sorpresndiendo que sea la escogida como cinta inaugural de la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, dado que este pudo servir como marco para que se vieran por primera vez en México sus anteriores trabajos. Es así pues que todo comienza.
Sin dejar de lado el peso histórico del al suceso del que habla, la película está centrada en despojarle de los adornos para proponer una efectiva y abierta desmitificación, que muestra el lado humano del mismo, apostando por un realismo intimista que por momentos llega a ser sorprendente y abrumador.
Resalta el controlado desempeño de los actores, meticulosos y siempre enfocados en la implosión permanente del relato, algo que para su segundo tercio se convierte en su propia trampa, pues los puntos de tensión se diluyen un tanto, provocando cierto distanciamiento con el espectador.
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