Cameron intenta suicidarse ante deformación de su rostro; ¿qué sucedió cuando le hacen transplante de cara?

 

 

En 2016, la vida de Cameron Underwood, un soldador de California, cambió radicalmente. Después de dispararse en el rostro, en un intento por quitarse la vida, vio cómo su cara se había deformado.

 

La situación se complicó después del fracaso de la primera cirugía, lo que aumentó su depresión y frustración por tener que vivir con daños en la mayor parte de su mandíbula inferior, casi sin dientes ni nariz, y con afectaciones a su región maxilar y paladar que lo obligaron a llevar una dieta líquida.

 

Después de haber consultado a una serie de médicos convencionales encontró al cirujano Eduardo Rodríguez en la Universidad de Nueva York Langone Health en Manhattan, quien le dio una nueva esperanza al someterlo a una operación que nuevamente le haría recuperar la confianza en la vida.

 

 

EXPERTO EN TRASPLANTES DE PIEL

Rodríguez es un experto en trasplantes de piel y su idea era hacer un injerto de cara de cadáver a paciente vivo. La cirugía se realizó en enero, participaron más de 100 médicos y tuvo una duración de 25 horas, para su planeación se usó por computadora en 3D y una máscara impresa en 3D de la cara del donante.

 

Diez meses después Cameron y su cirujano ofrecieron una conferencia de prensa en la que el joven mostró la radical transformación que tuvo después de haberse sometido a la operación.

 

“Estoy muy agradecida de tener un trasplante de cara porque me da una segunda oportunidad en la vida”, dijo.

 

 

PUEDE SONREÍR, HABLAR Y COMER

“Aunque todavía me estoy recuperando y recuperando la sensación y la movilidad, sobre todo con mis labios, todavía estoy muy feliz con los resultados. Tengo una nariz y una boca, así que puedo sonreír, hablar y comer alimentos sólidos de nuevo”, agregó.

 

Rodríguez aseguró que la única forma de que su paciente pudiera tener una vida normal otra vez era realizando el trasplante de cara.

 

EL DONANTE

La fantástica historia de Cameron no hubiera sido posible sin su donante, William Fisher, de 23 años, quien fue un aspirante a escritor y cineasta que murió repentinamente en la víspera de Año Nuevo 2017 después de una larga batalla con una enfermedad mental.

Fuente: infobae.com

 

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