Rodeados de mar y playas, los pueblos de Punta de Mita y Corral del Risco viven desde hace 20 años sin agua potable y sus habitantes creen que se trata de una táctica de los empresarios, en confabulación con los tres niveles de gobierno, para cansarlos y comprarles sus casas a precios casi regalados.
Los pobladores no alcanzan a entender cómo es que no tienen agua, mientras el hotel Four Seasons –construido sobre las tierras de donde fueron desalojados a culatazos por la policía estatal hace 24 años– riega sus amplios jardines y llena sus albercas y las tinas de sus huéspedes rebosan de líquido.
Para sobrevivir, los lugareños tienen que comprar a piperos y algunos llevan tinacos en sus vehículos y los llenan en casas de familiares o amigos en poblados ubicados a más de 20 kilómetros. Otros, entre ellos Paco, han localizado un ojo de agua en un cerro cercano a San Pancho, donde llena el contenedor que trae siempre en su camioneta.
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