El papa Francisco quiso pedir a las autoridades búlgaras “que no cierren los ojos, el corazón, y la mano” a los migrantes, en su discurso a las autoridades en el primer día de visita a Bulgaria, a cuya capital llegó este domingo.
En su discurso en el patio del palacio presidencial en Sofia y después de entrevistarse con el presidente búlgaro, Rumen Radev, Francisco lanzó este llamamiento en un país que ha aplicado una política dura contra la migración, construyendo una valla metálica de más de 270 kilómetros en su frontera con Turquía para evitar la entrada de los sirios, afganos y iraquíes que huían de la guerra.
Francisco recordó que pasados 30 años del final del régimen soviético “que limitaba la libertad y las iniciativas” ahora Bulgaria debe afrontar las consecuencias de la emigración, con más de dos millones de búlgaros que han dejado el país.
Reconoció que Bulgaria está haciendo esfuerzos para que los jóvenes del país no se vean obligados a emigrar, y pidió mayores esfuerzos para que puedan encontrar “las condiciones que les permitan llevar una vida digna”.
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