El nombre tejuino viene de la palabra náhuatl tecuín que significa latir el corazón. Constituye una bebida ancestral, refrescante y deliciosa. Sus orígenes son del norte de la nación: los yaquis y pimas de Sonora los toman; los tarahumaras o rarámuris de la sierra chihuahuense; y sobre todo los huicholes, de Jalisco y Nayarit, donde aún se toma esta bebida callejera y nutritiva –e incluso ha tenido un resurgimiento.
Bajo los efectos del tesgüino (el tejuino más fermentado, que ya se considera bebida alcohólica) los rarámuris han vivido los acontecimientos más importantes: religiosos, deportivos y hasta políticos. El tejuino, que no se considera bebida alcohólica porque no se fermenta totalmente, se usaba para controlar la diarrea y la cruda. Y es que esta bebida tiene altos niveles de bacterias ácido lácticas y puede llegar a ser más benéfica para el estómago o el sistema inmunológico que otras bebidas probióticas que ya conocemos y están de moda; ya sea la kombucha o lácteos como el kéfir y, claro, el Yakult.
En Guadalajara o Nayarit el tejuino se comercializa en puestos pequeños o en las calles. Se prepara con masa de maíz acedada, piloncillo y limón o nieve de limón. Es una bebida refrescante y agridulce, que a algunos puede no gustar y no porque no sea rica sino porque el paladar se acostumbra a sabores más industriales. En la ciudad hay pocos lugares que preparan esta bebida. El expendio de maíz lo hace especialmente bien.
Lo especial de como preparan la bebida en el expendio de maíz es que aprovechan al máximo su valor nutrimental e histórico; es decir, lo hacen con la mejor materia prima. En principio, el maíz es la base de este lugar.
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