Norberto Rivera Carrera, cardenal, se dio a la tarea de agradecer a todos los jóvenes por su apoyo y fortaleza, así como por ser luz en los momentos de dolor y oscuridad con los damnificados de los terremotos de septiembre y les solicitó no dejarse vencer por la adversidad que la vida pueda darles.
Al presidir en la Basílica de Guadalupe el comienzo del Año de la Juventud en la Arquidiócesis de México, los instó también a no abandonar a otros jóvenes; “estén cerca de ellos, de manera especial por aquellos que están alejados de Dios”, dijo.
De igual manera, rezó por todos lo jóvenes del mundo entero, especialmente los de nuestro país, para que su alegría sea signo de esperanza para todas las comunidades.
Al explicar el Evangelio del día, mencionó que tiene que otorgarse respeto y obediencia a la autoridad civil legítimamente constituida, esto es, “se debe obedecer al gobierno en todas las leyes y normas que tienen como meta los derechos humanos y sus deberes correspondientes”.
En contrapartida, apuntó, la autoridad civil cuenta como como límite todo aquello que va en contra de los ciudadanos, porque el poder del gobierno no tiene más función que el servicio efectivo al pueblo que lo eligió.
El Arzobispo Primado de México puso a los pies de la Virgen de Guadalupe las reliquias de San José Sánchez del Río, mártir de la Guerra Cristera que dio su vida por la fe a los 14 años de edad, quien murió sacrificado el 10 de febrero de 1928, durante la persecución religiosa en México.
También lo declaró Santo Patrono de la Juventud de la Arquidiócesis, al lado de San Felipe de Jesús, primer santo mexicano, martirizado en Japón a inicios del siglo XVII, y quien es Patrono de la Juventud Mexicana.