Mario Lettieri y Paolo Raimondi*
El décimo aniversario de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, detonante de la mayor crisis financiera y económica de la Historia, a veces se recuerda como un simple hecho del pasado. Para muchos, es un acontecimiento para ignorarse, para otros, algo para reflexionar y aprender. En nuestra opinión, debería ser hora de mirar más de cerca la realidad actual. Hay numerosas señales, desgraciadamente ignoradas en las oficinas competentes acerca de los crecientes riesgos de una nueva crisis global, más grave que la anterior.
No se trata de pesimismo, es necesario tener claridad para entender lo que está ocurriendo y la determinación de no repetir los mismos errores de omisión del pasado.
Un cuidadoso y preciso análisis publicado en el periódico New York Post del pasado 23 de septiembre revela una deuda global en una nueva marca de 247 billones de dólares. En 2008, era de 177 billones. El titular habla por sí mismo: “Puede haber un colapso financiero antes del fin del mandato de Trump”.
El análisis destaca, en particular, la situación de los EUA. En diez años, la deuda pública se duplicó, llegando a 21 billones de dólares, con el potencial de causar una fuerte desaceleración en la actual recuperación económica. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, este año, tan sólo los intereses de esta deuda llegarán a 390 mil millones de dólares. Se estima que, en una década, este número podría batir los 900 mil millones de dólares, superando al enorme presupuesto militar.
La deuda de las familias estadounidenses llegó a 13.3 billones de dólares, de los cuales 9 billones se refieren a las hipotecas inmobiliarias, nivel superior al de 2008. Las deudas para financiar préstamos estudiantiles pasaron de 611 mil millones de dólares en 2008, a 1.5 billones en la actualidad. Los financiamientos para la compra de automóviles están en 1.25 billones. La deuda total de tarjetas de crédito también volvió a los niveles de diez años atrás.
Se teme que el financiamiento de los préstamos estudiantiles llegaría a 2 billones de dólares en los próximos tres años, pudiendo ser el detonador de la siguiente crisis. Recuérdese: la burbuja de las hipotecas subprime, una de las principales causas de la quiebra iniciada en marzo de 2007 era de casi 1.3 billones.
El aumento de la deuda agregada en los EUA es inevitable consecuencia de la política de tasas cero de interés y de la introducción de una gran masa de liquidez, mediante una “flexibilización cuantitativa” (léase vigorosas inyecciones de dinero al sistema financiero).
Ahora, la Reserva Federal está cambiando de rumbo y elevando las tasas de interés. Será necesario acompañar los efectos en el mercado accionario de Wall Street, el cual desde entonces creció fuera de cualquier proporción. Y, por desgracia, hasta en las economías emergentes los efectos ya son visibles y han generado fugas de capitales, desestabilizando a varios países, incluyendo a Turquía y Argentina.
De misma forma, el sistema bancario paralelo (shadow banking) también creció enormemente, pasando de 28 billones de dólares de 2010 a 45 billones actualmente.
Sheila Bair, ex-presidente de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), una importante agencia gubernamental que ofrece garantías públicas para el ahorro de los ciudadanos, teme nuevos riesgos. “Estamos en una burbuja”, indica, argumentando que, en tal situación, es absurdo que las reglas y los requisitos de capital de los bancos hayan sido diluidos. No es verdad, afirma, que las burbujas sean reconocidas solamente en retrospectiva, esto es, después de su estallido; solamente, no es posible anticipar el momento de su estallido. Pero, la política de “Fed” ha hecho de todo para inflar la expansión de la burbuja financiera.
Otras advertencias han provenido de ex-jefes de gobierno, como el británico Gordon Brown, quien estaba en el poder en Londres al inicio de la gran crisis, y afirma estamos caminando ciegamente rumbo a un futuro desastre.
Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco Central Europeo (BCE) entre 2003 y 2011, ve en el crecimiento de la deuda el peligro de una nueva crisis mayor.
Pero otra vez, pensamos que no podemos huir de la imperiosa necesidad de sentarse alrededor de la mesa para definir un nuevo Bretton Woods, una nueva arquitectura compartida para la regulación del sistema económico, financiero y monetario internacional.
*MSIA Informa