AMLO, ¡era tuya y la dejaste ir!

 

Víctor Manuel Rojano

Andrés Manuel López Obrador, aquel que acepta que le digan Peje pero no largarto, se cae del pedestal en un debate que su gastada y añeja retórica no pudo sostener y salir avante.

 

El candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, que días previos al debate de este domingo 22 de abril se dedicó a repartir paz y amor, luego de su affaire con el magnate Carlos Slim, lució fatigado -algunos dicen enfermo- y con el mismo circunloquio que, desde hace tres candidaturas presidenciales, lo hemos escuchado. 

 

Sinceramente, esperaba más de AMLO. Sus argumentos de que no “se dejaría calentar y que estaría ecuánime” no me convencieron ante su falta de respuestas claras y contundentes a las diversas interrogantes que le hicieron sus contrapartes y los mismos moderadores sobre sus rasgadas vestiduras contra la corrupción y honestidad que dice encabezar.

 

El escándalo de sus dos departamentos está siendo aprovechados por el candidato priista, José Antonio Meade que, por cierto, era el único as que el exsecretario de Estado traía bajo la manga y, durante el debate, no lo aprovechó como debería haber sido.

 

Sí López Obrador fuera realmente inteligente se dejaría asesorar y hubiera presentado un gabinete de lujo, integrado con gente talentosa egresada de instituciones públicas de renombre internacional como la UNAM y el IPN.

 

¿NOMBRES?

José Narro Robles, Juan Ramón de la Fuente, Enrique Luis Graue, Enrique Fernández Fassnacht, Alfredo Jalife Rahme y Jacqueline Perchard Mariscal, sólo por dar nombres.

 

Personas brillantes, con gran conocimiento pero sobre todo, con credibilidad y prestigio moral. Esto le hubiera dado mucha credibilidad al Peje, como político y estadista, porque la noche de este domingo, el político tabasqueño se desmoronó, fue un tímido gatito y no un león para dejar claro que él, ahora sí, con seguridad, fuerza y argumentos firmes iba por la Grande.

 

¡No lo hizo!, y no porque no haya querido (como dicen sus fieles pejezombies), fue porque no pudo, no tuvo la calidad moral para revirar los golpes bajos, al grado de que su rictus se descompuso y hasta salió antes del estudio, sin tomarse la foto del recuerdo. 

 

Entre los errores públicos de López Obrador fueron sus coqueteos con Elba Esther Gordillo y su cercanía con el hampón más grande de la minería en México, Napoleón Gómez Urrutia. Ello, sin contar los siniestros personajes que aún lo acompañan en Morena y en su campaña. 

 

Como dijo uno de los mejores cronistas deportivos de futbol, Enrique Bermúdez: “¡AMLO era tuya y la dejaste ir! “

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