Autonomía a la carta

 

Mouris Salloum George*

Los pilotos de noche, ¿realmente vuelan a ciegas?

 

Por supuesto que no. En efecto, no ven más allá del cristal de la cabina, pero disponen de un complejo digital que controla la navegación y aseguran la tranquilidad de los pasajeros al momento del aterrizaje.

 

Empresas fabricantes de aeronaves, con base en la tecnología aeroespacial, proceden ahora a diseñar aparatos con “autonomía de vuelo”, que les dan seguridad y eficacia a sus operaciones.

 

El símil aplica a la política: El Estado mexicano ha caído en el rango de fallido por la falta de líder. Los presidentes han actuado como pilotos de noche controlados por aparatos que tienen su control remoto en el extranjero.

 

Este tema se refiere a la autonomía. La invoca ahora la privilegiada burocracia enquistada en el gabinete paralelo.

 

Aparecieron como hongos órganos autónomos del Estado. Hay en esta tipificación mucho de eufemismo: El Instituto Nacional Electoral, verbigracia, blasona de su autonomía.

 

Sin embargo, el INE cumple una función de Estado, exige al Estado recursos públicos, reclama al Estado autonomía administrativa y penaliza la intromisión del Estado en el proceso electoral.

 

Sólo cuando el Estado en quiebra financiera apela a la austeridad, el INE, como otros entes, se pertrechan en la autonomía.

 

Por la naturaleza de su misión, el Poder Judicial está revestido de independencia. No obstante, la Corte ha aceptado ajustar los ingresos de sus funcionarios.

 

Los autónomos que forman la casta dorada, no. Quieren seguir ganando más que el Presidente.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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