Bancos centrales, bancos privados y problemas de liquidez

 

Una nueva expansión monetaria está en proceso. Hacia fines de julio pasado, la Reserva Federal de los EUA, rebajó su tasa de descuento a 2.25%, con un nuevo corte previsto hacia finales de año. Muchos temen, que, al contrario de 2007, cuando la tasa era de 5.25%, la “Fed”, en caso de una nueva crisis financiera, pueda tener menos espacio de maniobra. Su balance pasó de un billón de dólares, en 2007, a los actuales 4.5 billones.

 

De esta cantidad, 55% están conformados por títulos garantizados por activos (“asset-backed securities o ABS), los cuales, con frecuencia, son de alto riesgo.

 

El Banco Central Europeo (BCE) anunció que, en septiembre, podría activar nuevas formas de “facilitación cuantitativa”, un pomposo nombre dado a las inyecciones de liquidez en el sistema financiero. Desde 2005, particularmente, después de la gran crisis de 2008, el BCE quintuplicó su balance, comprando de los bancos títulos públicos y privados en su poder.

 

La cuestión crucial sigue siendo la misma: ¿Esa nueva liquidez llegará realmente a los sectores productivos? ¿Habrá préstamos e inversiones o, en lugar de esto, compras de títulos de deuda pública y otros más arriesgados, “estacionando” de hecho una nueva liquidez en el sistema bancario?

 

Es sabido que todos los grandes bancos estadounidenses y europeos están expuestos a un fuerte stress y a posibles inestabilidades, en particular, por sus operaciones con derivados financieros. En este sentido, hay una fornida interpenetración entre los bancos estadounidenses y los europeos.

 

Obviamente, si la economía real está en dificultades, es inevitable que el sistema bancario y los propios presupuestos de los Estados sufra los efectos derivados.

 

Uno de los problemas más serios, como lo cuenta el británico Barclays Bank, es la existencia en el ámbito mundial de cerca de 12 billones de dólares de obligaciones privadas y públicas con intereses negativos, principalmente en Japón y en Europa, donde las tasas de los títulos a 10 años son de 0.5%. Cerca de la mitad de las obligaciones públicas europeas, esto es, 4.4 billones de euros, tienen intereses negativos, así como 20% de las obligaciones privadas europeas.

 

Se trata de una situación del todo inédita y precursora de inestabilidad, en la medida en que muchos inversionistas pueden ser tentados a buscar ganancias más rentables -pero, igualmente, más arriesgadas.

 

En los EUA, los problemas del sistema bancario comienzan a entrelazarse con las crecientes dificultades del sistema industrial. Dificultades debidas no solamente a los efectos de la guerra de tarifas y del embate tecnológico con China y Europa. En comparación con 2018, las ganancias de las empresas productoras de bienes están en caída en una zona que va del 4% para los bienes de consumo duraderos, hasta un 18% para los productores de materiales. En conjunto, el sector de las empresas industriales registra una caída del 12% de las ganancias.

 

Se anticipa que, en 2019, las empresas estadounidenses recompren sus propias acciones en el mercado en una cantidad de 1 billón de dólares, suma superior a la disponibilidad de liquidez y, por consiguiente, sugiere que buena parte de tales operaciones se hará con nuevos endeudamientos.

 

En Europa, las dificultades generales del sector bancario son muy claras por la situación del Deutsche Bank, quien, en el segundo trimestre del año, registró un daño de 3 150 millones de euros, de los cuales 2 940 están el sector de “inversiones”.

 

Ahora, algo tardíamente, el DB intenta abandonar este ramo de actividades más arriesgado, pero la decisión es contestada por el fondo de inversiones estadounidense Cerberus, el cual, detenta 3% de las acciones del banco y, al contrario, quiere ampliar el sector de derivados. Para registro, el portafolio de derivados del DB llega a 48 billones de dólares en valores nominativos –valor equivalente a ¡24 veces la deuda pública de Alemania!

 

En lo referente a esto, el DB negocia para vender al francés BNMP Paribas 150 mil millones de euros en activos ligados a fondos “hedge”. Sin embargo, el banco de París no se encuentra en situación mucho mejor que el alemán: la relación capital social/deuda del DB es de 36%, y la del BNP Paribas es de 41%.

 

Y, además, el DB también está a la vuelta de serios problemas legales en los EUA, donde su filial local puede estar envuelta en una vasta operación de lavado de dinero en Estonia. El Departamento de justicia de los EUA investiga si el banco, junto con el Goldman Sachs estadounidense, podría haber violado las leyes contra lavado de dinero en actividades ligadas al fondo estatal de inversiones de Malasia.

 

Todos estos hechos y situaciones, bastante preocupantes, representan la urgencia de reconsiderar la política de tarifas comerciales y de revisar las reglas de control de la alta finanza.

*MSIa Informa

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