Basta de maltratar al Medio Oriente, clamor del papa Francisco

 

El pasado 7 de julio en la ciudad marítima de Italia, Bari, el papa Francisco sostuvo un encuentro sorprendente con los Patriarcas y jefes de las iglesias Orientales, Católicas y Ortodoxas, en una convivencia ecuménica destinada a analizar la dramática situación del Oriente Medio, y en conjunto elevar sus oraciones para establecer una urgente paz duradera.

 

Se trata de una zona estratégica del mundo por sus características históricas milenarias y bien podría ser un modelo de armonía; no obstante, hoy postrada debido a las sucesivas guerras deflagradas en los noventa por la coalición de poder mundial encabezado por el eje anglo-americano, cuando la denominada Guerra del Golfo contra Irak inauguraba el denominado Nuevo Orden Mundial proclamado por el presidente George Bush. La ofensiva bélica se intensificó hace más de 15 años, extendiéndose a Irak, Siria, Libia y otras naciones.

 

Al comenzar la oración del encuentro el papa Francisco señaló: “Nos sentimos impulsados a vivir esta jornada con la mente y el corazón dirigidos a Oriente Medio, encrucijada de civilizaciones y cuna de las grandes religiones monoteístas”. Agregó, “esta tradición es un tesoro que hemos de custodiar con todas nuestras fuerzas, porque en Oriente Medio están las raíces de nuestras mismas almas”.

 

No obstante enfatizó, “sobre esta espléndida región se ha ido concentrando, especialmente en los últimos años, una densa nube de tinieblas: guerra, violencia y destrucción, ocupaciones y diversas formas de fundamentalismo, migraciones forzosas y abandono, y todo esto en medio del silencio de tantos y la complicidad de muchos”.

 

“Oriente Medio –continuó– se ha vuelto una tierra de gente que deja la propia tierra. Existe el riesgo de que se extinga la presencia de nuestros hermanos y hermanas en la fe, desfigurando el mismo rostro de la región, porque un Oriente Medio sin cristianos no sería Oriente Medio”.

 

Las elocuentes palabras del Papa fueron un severo llamado al mundo para en nombre de la paz dar una basta, y desde luego emprender la necesaria reconstrucción. “Sentimos una vez más que debemos convertirnos al Evangelio, garantía de auténtica libertad, y hacerlo con urgencia ahora, en la noche del Oriente Medio en agonía”.

 

Luego de la oración conjunta, el Papa Francisco mantuvo una reunión a puerta cerrada en la Basílica de San Nicolás, al término de la cual pronunció duras palabras a modo de conclusión, donde censuró gravemente a los poderes financieros y políticos que actúan en esas tierras. (ACI prensa, 7-8 de julio)

 

“¡Basta del beneficio de unos pocos a costa de la piel de muchos! ¡Basta de las ocupaciones de las tierras que desgarran a los pueblos! ¡Basta con el prevalecer de las verdades parciales a costa de las esperanzas de la gente! ¡Basta de usar a Oriente Medio para obtener beneficios ajenos a Oriente Medio!”

 

“La paz: hay que cultivarla también en las áridas tierras de las contraposiciones, porque hoy, a pesar de todo, no hay alternativa posible a la paz. La paz no vendrá gracias a las treguas sostenidas por muros y pruebas de fuerza, sino por la voluntad real de escuchar y dialogar”, enfatizó.

 

Refiriéndose a Siria, añadió: “La guerra es la plaga que trágicamente asalta esta amada región. Quien lo sufre es sobre todo la gente pobre. Pensemos en la martirizada Siria. La guerra es hija del poder y la pobreza. Se vence renunciando a la lógica de la supremacía y erradicando la miseria. Solo así, cuidando que a nadie le falte pan y trabajo, dignidad y esperanza, los gritos de guerra se transformarán en cantos de paz”.

 

Francisco resaltó que “muchos conflictos han sido fomentados también por formas de fundamentalismo y fanatismo que, disfrazados de pretextos religiosos, han blasfemado en realidad el nombre de Dios, que es paz, y han perseguido al hermano que desde siempre ha vivido al lado”.

 

No obstante, es fanatismo no habría sido capaz de causar tanto daño sin la ayuda de la industria armamentística: “La violencia se alimenta siempre de las armas”, recordó el Papa.

 

En este sentido, denunció la actitud hipócrita de muchas naciones que, al mismo tiempo que se comprometen con la paz, continúan vendiendo armas a países en guerra o que promueven guerras: “No se puede levantar la voz para hablar de paz mientras a escondidas se siguen desenfrenadas carreras de rearme. Es una gravísima responsabilidad que pesa sobre la conciencia de las naciones, especialmente de las más poderosas”.

 

“No olvidemos el siglo pasado, no dejemos de lado las lecciones de Hiroshima y Nagasaki, no convirtamos las tierras de Oriente, donde apareció el Verbo de paz, en oscuras extensiones de silencio. Basta de contraposiciones obstinadas, basta de la sed de ganancia, que no se detiene ante nadie con tal de acaparar depósitos de gas y combustible, sin ningún cuidado por la casa común y sin ningún escrúpulo en que el mercado de la energía dicte la ley de la convivencia entre los pueblos”.

 

“Estoy muy agradecido por este encuentro que hemos tenido la gracia de vivir. Nos hemos ayudado a redescubrir nuestra presencia como cristianos en Oriente Medio. Y será tanto más profética cuanto más manifieste a Jesús, el Príncipe de la paz (cf. Is 9,5). Él no empuña la espada, sino que le pide a los suyos que la metan de nuevo en la vaina (cf. Jn 18,11)”.

 

“Profundamente angustiados, pero nunca privados de esperanza, volvemos la mirada a Jerusalén, ciudad para todos los pueblos, ciudad única y sagrada para los cristianos, judíos y musulmanes de todo el mundo, cuya identidad y vocación ha de ser preservada más allá de las distintas disputas y tensiones, y cuyo status quo exige que sea respetado de acuerdo con lo deliberado por la Comunidad internacional y repetidamente formulado por las comunidades cristianas de Tierra Santa”.

 

“Solo una solución negociada entre israelíes y palestinos, firmemente deseada y favorecida por la Comunidad de naciones, podrá conducir a una paz estable y duradera, y asegurar la coexistencia de dos Estados para dos pueblos”.

 

Finalmente el pontífice en una plegaria conmovedora exclamó:

“Amado Oriente Medio, que desaparezcan de ti las tinieblas de la guerra, del poder, de la violencia, de los fanatismos, de los beneficios injustos, de la explotación, de la pobreza, de la desigualdad y de la falta de reconocimiento de los derechos. “Que la paz descienda sobre ti” (Sal 122,8), en ti la justicia, sobre ti descienda la bendición de Dios”.

 

Destrucción de la comunidad cristiana

En la oscuridad que atraviesa el Oriente Medio, a la ruina de los medios de subsistencia como naciones soberanas, se une la desbandada de la comunidad cristiana. Para citar un caso, el P. Rami Asakrieh, sacerdote de la Custodia de Tierra Santa, señaló que la ciudad de Belén (Palestina) se está quedando sin católicos debido a que sobre todo los jóvenes están migrando a otros países buscando r mejores condiciones de vida.

 

En declaraciones a la agencia vaticana Fides, el presbítero indicó que “el número de familias católicas en Belén se está reduciendo. Ahora nuestra parroquia solo tiene 1.479 familias palestinas”.

 

“Los cristianos constituyen el 17% de la población de la ciudad, mientras que en el pasado eran el 90%”, lamentó. Además, el P. Asakrieh explicó que la crisis política y económica provocada por los enfrentamientos entre palestinos e israelíes ha ocasionado un mayor desempleo entre los fieles, con las consecuencias que eso trae.

 

El encargado de proyectos en Medio Oriente de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), P. Andrzej Halemba, denunció que la presencia cristiana ha sido borrada en algunos lugares de Siria y que los grupos extremistas musulmanes atacan los barrios cristianos para “llamar la atención internacional” y porque es “fácil eliminarlos”. En el este de Ghouta “ya no hay cristianos” y “ahora es predominantemente musulmán”, afirmó con dolor.

 

“El conflicto ha estado en la zona desde hace un par de años y ha afectado gravemente a los cristianos porque el este de Ghouta está en la base de las montañas y desde allí los extremistas suelen atacar el centro de Damasco”.

 

Por otro lado, en términos de la reparación de la comunidad cristiana la voz que se ha alzado es la cooperación de la Iglesia ortodoxa y la Católica, comprometidas en un plan para la reconstrucción de iglesias y monasterios destruidos en los años que ha durado la guerra en Siria, según lo anunció el metropolitano Hilarion, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El citó el caso del trabajo de restauración en Maaloula, uno de los principales lugares sagrados de la Iglesia Ortodoxa Antioqueña, donde hasta hace poco se hablaba el arameo.

 

Tal colaboración es parte de la audaz diplomacia emprendida por el Vaticano y la Iglesia Ortodoxa Rusa, y el propio gobierno de Vladimir Putin, en torno a iniciativas para pacificar la región, siendo especialmente capitales en la guerra de Siria. En contraste con el mundo occidental, que, a pesar de que las bandas del Estado Islámico agonizan, hasta ahora ha omitido un compromiso para la titánica empresa que la región necesita y merece, para dejar de ser un objeto codiciado y devolverle su esplendor civilizador.

Noticias relacionadas

Comenta