Aunque se tenía conocimiento del fenómeno lumínico que ocurre en el instante en que un espermatozoide entra en contacto con un óvulo, por primera vez lograron captar el arquetípico momento. En términos científicos, la bio-luminosidad se debe a millones de átomos de zinc almacenados en el óvulo, mismos que el esperma activa cuando aparece en escena; el choque, registrado por investigadores de la Universidad de Northwest, genera una llamarada lumínica que indica que se consumó la concepción.
Más allá de las implicaciones científicas de este logro, que incluyen la posibilidad de determinar si un óvulo es o no fecundable, la escena nos remite a los episodios precisos en los que la ciencia se encuentra con lo maravilloso, aquello que desborda los límites del método y la racionalidad para desembocar en los dominios de lo simplemente portentoso: la vida como un latente milagro inexplicable, pero contundente.
Platón definía a la poiesis -creación- como “la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser”, término del cual se origina la palabra poesía y que bien corresponde con este momentum lumínico que marca el comienzo de nuestras vidas.
Si la vida humana se autocelebra al momento de iniciar -con pirotecnia incluida-, posiblemente se trate de una invitación a que nosotros hagamos lo propio en cada momento del camino.
(Fuente: http://pijamasurf.com/)
