En marzo de este año fue sacrificado el último macho de los rinocerontes blancos del norte (Ceratotherium simum cottoni), en la reserva de Ol Pejeta, Kenia. Tenía el nombre de Sudán y contaba con 45 años, el equivalente a 90 años en edad humana, su salud era precaria desde hace tiempo.
No era el último de su especie; dejó a una hija y nieta, de nombres Najin y Fatu. Ellas son las últimas dos rinocerontes hembras de su subespecie que quedan en el mundo. Con su muerte, parecía el fin de los rinocerontes blancos del norte. Pero la ciencia llegó a intentar solucionar el problema.
Se reveló que un equipo de científicos italianos y alemanes crearon un embrión híbrido utilizando esperma congelado de rinocerontes blancos del norte, entre ellos el de Sudán; y óvulos de rinoceronte blanco del sur (Ceratotherium simum simum), que es otra subespecie relacionada a la casi extinta. La idea de los científicos es implantar el embrión en el útero de una hembra de rinoceronte blanco del sur, en un intento de fecundar artificialmente a las hembras.
Según los estudios publicados en la revista Nature, está técnica podría, potencialmente, mantener el legado genético del rinoceronte blanco del norte; pero, en sentido estricto, los rinocerontes nacientes con la técnica no serían miembros de una subespecie ni de la otra.
Los científicos dejan claro que, aunque podría ser posible producir un rinoceronte blanco del norte puro, recolectando ovocitos de Najin y Fatu, el material genético con el que se cuenta es muy escaso para mantener la diversidad genética.