CNTE, otra vez, una primavera ardiente

 

Mouris Salloum George*

Aun sin escuchar los pronósticos del tiempo, que ahora nos envía la NASA, por mera intuición nuestros indígenas y campesinos saben cuando la vaca quedó preñada, cuando va a poner la gallina de corral, si los perros andan en brama, si se prolongará el estiaje y la semana en que va a llegar el primer huracán.

 

La cuestión de leer en los signos de los tiempos, nos la enseña El Eclesiastés, que nos dice también que todo es vanidad; que se puede agregar a los pecados capitales o veniales. El vicio del protagonismo no es nuevo, pero hay temporadas en que rebasa todos los límites de la sensatez.

 

La compulsión del protagonismo personal se manifiesta en la política, especialmente cuando se otea un eventual cambio de régimen, hora en que los sordos rumores y los actos abiertos indican las resistencias a ese proceso, cuanto más radical, más exacerbada la oposición.

 

El método de los políticos del viejo régimen estaba fundado en una regla de oro: Sin prisas, pero sin pausas. Todo, pues, medido según el clima público imperante.

 

En busca de los cinco minutos de fama mediática

Hemos advertido, desde la instalación de las nuevas cámaras del Congreso de la Unión, que, a contrapelo de las agendas que preparan previamente las bancadas legislativas beligerantes, algunos ansiosos de sus cinco minutos de fama mediática, violentan la orden del día con meros puntos de acuerdo, iniciativas de ley y, lo más temerario, reformas a la Constitución, que exigen la formación de mayorías calificadas.

 

Los voluntariosos protagonistas saltan “por la libre” la autoridad coordinadora que ellos mismos eligieron. Llegado el caso, algunos de esos legisladores amenazan a su pastor con pasarse a otros grupos parlamentarios o, de plano, declararse independientes si sus proposiciones no entran de inmediato a la agenda.

 

En el segundo periodo de sesiones de la LXIV Legislatura federal, hemos llegado a ese punto de quiebre.

 

Nada parece habernos enseñado los años…

Desde hace 40 años, data de fundación la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE/ corriente disidente del Sindicato Nacional correspondiente), cada año tenemos una primavera ardiente por lo menos en cuatro estados del sur-sureste y en la Ciudad de México, como meta culminante de esas movilizaciones.

 

Son las semanas previas al 15 de mayo, Día del Maestro, en que la Secretaría de Educación Pública, en concierto con la de Hacienda y Crédito Público, convocan a la revisión de las condiciones generales de trabajo para el magisterio, cuya titularidad detenta el SNTE. Es la hora en que la disidencia magisterial exige su lugar en la mesa de negociaciones.

 

De hecho, las primeras expresiones públicas se registran desde el periodo legislativo anterior, en que se discuten los Criterios de Política Económica y el Presupuesto de Egresos para el año siguiente, en que se etiquetan las partidas para el sector Educación, en cuyo caso, las universidades públicas también levantan su voz.

 

En legislaturas anteriores, el proceso de diseño presupuestal había quedado en manos de las bancadas dominantes del PRI y del PAN. Esta vez, en la Cámara de Diputados están incluidos legisladores de la CNTE, incorporados a la bancada de Morena.

 

La primera llamada a zafarrancho se hizo en Michoacán

El calendario de la CNTE se puso a caballo desde las primeras semanas de 2019 en Michoacán, en reclamo de cumplimiento de compromisos administrativos insolutos por el gobierno de Silvano Aureoles Conejo (PRD). Se extendió la llamarada a Chiapas y Oaxaca.

 

Ya está la CNTE de nuevo en la Ciudad de México, sitiando el Palacio Legislativo de San Lázaro. Son sus típicas tácticas de lucha. No es momento de cuestionar su legitimidad.

 

En San Lázaro se colocó la bomba de mecha corta

Hoy, sin embargo, no son las condiciones generales de trabajo per se las que están a debate. A los coordinadores de bancada se les ocurrió meter en agenda una bomba de mecha corta: La derogación de la Reforma Educativa peñista, con su apéndice, el denominado Nuevo Modelo Educativo, y los proyectos sustitutivos.

 

¿Quién no se dio cuenta de que, durante los tres años anteriores, ese fue el móvil que catalizó el descontento, no sólo a la CNTE, sino de otras formaciones disidentes en el interior del propio SNTE, que avaló aquel proyecto?

 

En estricto rigor, las demandas de la CNTE no son nuevas. Sólo las ha replanteado: Respeto al escalafón laboral, ampliadas ahora con la exigencia de inclusión en el artículo 123 de la Constitución, referido a los derechos de y al Trabajo.

 

Por supuesto, la oposición al nuevo Centro de Revalorización del Magisterio, con el que pretende suplir el anterior proceso de evaluación de los maestros, cuyas recompensas, dicho sea de paso, no se concretaron por el gobierno saliente.

 

No se desestima el rango de importancia que tiene ese conflictivo asunto, que toca la formación de nuevas generaciones de niños y jóvenes.

 

Ausente, el sentido de la oportunidad política

Lo que en última lectura se cuestiona, es la falta de sentido de la oportunidad política para poner a discusión y votación ese erizado tema, cuando otros asuntos prioritarios de la cuarta transformación todavía no logran ponerse sobre rieles por la resistencia de quienes se llaman a afectados.

 

La CNTE, pues, está de nuevo en pie de lucha en la Ciudad de México y en algunos estados. ¿Quién la parará de aquí al 15 de mayo? No tenemos la respuesta, sólo percibimos sus consecuencias políticas. Vale.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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