Concepción Company Company (Madrid, 1954) ocupó su silla en la Academia Mexicana de la Lengua en el año 2005, y en el 2016 ingresó en el Colegio Nacional de México, una institución que desde su creación tuvo 98 miembros varones y solo cuatro mujeres. Pero esta gran conversadora lo tiene claro: «No quiero que me incluyan por ser mujer, pero tampoco que me excluyan, que no me vean o no me tengan en cuenta por serlo».
-¿Es sexista el lenguaje?
-Creo que la gramática no es sexista ni deja de serlo. No es un concepto que pueda ser aplicado a la gramática, pero sí al lenguaje y al discurso.
-¿Entonces sí puede serlo el lenguaje?
-Puede serlo el uso que hagamos de la gramática o cómo construyamos el discurso. Eso sí puede serlo, y de hecho muchas veces lo es. La gramática es totalmente aséptica, está ahí porque le funciona a una comunidad, pero el uso sí puede ser sexista. Por ejemplo, cuando a un hombre le dan un premio los periódicos mexicanos suelen decir: Juan Pérez fue reconocido con el premio Cervantes. En este caso Juan está a la cabeza de la oración, figura como el tópico, el principal. Pero si es una mujer con frecuencia aparece: el premio Cervantes le fue otorgado a Juana Pérez. Aquí quien aparece a la cabeza es el premio y la pobre Juana está a la cola. Eso sí es discriminatorio. También ocurre que si el premiado es un hombre se escribe un texto con su currículo y si es una mujer se ponen como mucho tres líneas.
-Por no contar cuando se dice que está casada y tiene hijos.
-¡No me diga, eso me levanta la presión [exclama], la tensión, como dicen en España! Es como María Moliner, una gran lexicógrafa de quien todo el mundo dice que tenía cinco hijos y le zurcía los calcetines al marido. Eso sí es discriminatorio, por eso le digo que el discurso sí puede serlo, pero la gramática únicamente recoge repositorios históricos de siglos y milenios, y una comunidad funciona con ella.
-Por otro lado, tenemos un discurso de lo políticamente correcto, aunque Francia acaba de prohibir el lenguaje inclusivo en textos institucionales. En España los discursos insisten en el compañeras y compañeros.
-Le hablo como gramática e historiadora de la lengua: es una tontería; así, tranquilamente. En primer lugar, no es equidad de género, sino de sexo, el género es de la gramática, y aunque pueda escandalizar, es una obviedad gramatical que el género masculino no significa masculino hombre, sino que es indiferente al sexo. El género gramatical que en la lengua española puede discriminar es el femenino. Si yo digo: todos tenemos sentimientos, no es androcéntrico, no es machismo. Me parece además que el lenguaje incluyente es antieconómico, no me imagino a un creador diciendo ‘‘queridos compañeros y queridas compañeras’’. En aras de esa equidad estamos perdiendo equilibrio, elegancia en la lengua y podemos cometer errores gramaticales. En México hay una pelea en la Cámara de senadores para intentar modificar la Constitución… En fin, lo que tenemos que modificar es la sociedad.
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