La Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, dirigida por la neurobióloga María Carlson, realizó una investigación, la cual determinó que “los abrazos son tan vitales para la salud y el desarrollo de los bebés como los alimentos y el agua”.
Según esta teoría, el poder del abrazo se da desde la vida intrauterina, de acuerdo con este mismo estudio, desde la octava semana de gestación el feto es capaz de responder a la sensación del tacto en el útero.
La psicóloga y educadora prenatal, Sandra Alejo, explica que, hacia la semana 25, el bebé en el útero adquiere la máxima sensibilidad de su sentido táctil, de ahí que responda con movimientos, como patear la barriga.
A continuación te enseñamos la manera en cómo debes hacerlo:
NO SE TRATA DE TOCAR POR TOCAR
Según la experta, la mejor forma es casi “autoabrazarse”, contener la barriga con todo el amor; de hecho, advierte que acariciar la barriga todo el tiempo ejerce una fricción que estimula la piel y libera la hormona relaxina, relacionada con el desarrollo de contracciones.
ABRAZA TU VIENTRE
Abrazar el vientre proporciona estabilidad fisiológica, regulación de la circulación y de la respiración.
BAÑARLO Y VESTIRLO INVOLUCRAN EL CONTACTO
Cargar al bebé y contenerlo, sin zambullir, será suficiente para generar tranquilidad.
CARICIAS, MASAJES Y ABRAZOS INCIDEN EN LA REGULACIÓN DEL SUEÑO, LA ANGUSTIA Y LA ACTIVIDAD
El contacto estimula las terminaciones nerviosas táctiles en la piel, que libera endorfinas, como la serotonina, y produce sensaciones agradables. Incluso, la evidencia del poder del abrazo se ha demostrado en temas como la ganancia de peso saludable, una óptima lactancia materna y un vínculo más estrecho entre padre e hijo.
Abrazar a tu bebé promueve su desarrollo físico y emocional; no solo incide en la regulación cardíaca y de temperatura: también tranquiliza y brinda seguridad.
